miércoles, 3 de septiembre de 2014

Historias del Pantano: Capítulo 1 - Los Dioses me envían


Junior corría por las inhóspitas tierras del Pantano junto a Hurto, su perro. Aunque se lo estaba pasando bien, echaba de menos a sus amigos. Los había invitado, pero no obtuvieron permiso de sus padres. Desde los acontecimientos del año pasado nadie quería estar allí. Secuestradores, caníbales, zombies, dinosaurios, piratas, animales salvajes, seres del más allá,...nadie ponía en duda que aquel lugar era peligroso. A pesar de los esfuerzos por cambiar aquello, PD tuvo que reconocer que el pantano no era un lugar seguro para los clicks normales. 


PD y su mujer, la bruja Clíope, eran seres mágicos, acostumbrados a situaciones y seres peligrosos y extraños. Allí vivían y eran felices, aunque tenían asumido que ningún amigo iría a verles...excepto Vicrogo. Era consciente del peligro, pero le apasionaba aquel lugar tan fantástico. Además, junto a PD y Calíope sabía que nada malo le podía ocurrir.


Estaban acampados en una zona cercana al agua. Allí se disponían a pasar la noche juntos disfrutando de unos días de vacaciones. Vicrogo y PD hablaban animadamente sentados ante una mesa mientras Calíope practicaba algunos conjuros frente al fuego.

Junior: Papi, yo quiero que venga Jorgito o Renzo...
PD: Hijo, sabes que eso no es posible. Este lugar no es seguro para ellos...
Junior: Pero a nosotros no nos está ocurriendo nada...
PD: Nosotros somos seres mágicos, hijo mío.
Junior: ¡Jooo! Pero si aquí no pasa nada...


Calíope: ¡Los clicks normales son unos enclenques! Junior, no necesitas amigos normales para pasarlo bien. Este lugar está plagado de seres mágicos con los que jugar.
Vicrogo: ...
Calíope: Perdona Vicrogo, ya sabes que no lo digo por ti.
Vicrogo: Lo sé, no te preocupes.
Junior: Yo no veo a ningún ser mágico...
Calíope: No estás atento, debes aprender a ver a través de los sentidos. 


Junior: A mi me gustaría jugar aquí con mis amigos...
Vicrogo: Puedes jugar con Hurto y todos nosotros, ¡lo podemos pasar muy bien!
Junior: Pero echo de menos a mis amigos...
PD: Para que comprendas mejor lo mágico y especial que es nuestro pantano, te contaré una historia.
Junior: ¡Bien, una historia de las tuyas!
PD: Pero esta es una historia real, Junior. Ocurrió hace mucho, mucho tiempo...


Una tribu de indios vivía feliz en estas tierras. Respetaban el entorno así que nunca tenían problemas con los seres mágicos que en aquellos años habitaban el pantano. Un día uno de ellos cayó enfermo. A pesar de los cuidados del Chamán y su familia, su salud empeoraba día tras día. Su madre, Luna de Otoño estaba muy triste y preocupada por su único hijo. 

Luna de Otoño: Que los malos espíritus no se lleven a mi pequeño, por favor. Dioses, ayudad a mi pobre hijo...


Su marido, Ojo de fuego la intentaba consolar. Se sentía impotente. Había seguido las instrucciones del chamán de la tribu y de nada había servido. 

Luna de Otoño: No está mejorando...¡no podré vivir sin nuestro pequeño! ¡Los Dioses nos están castigando!
Ojo de Fuego: No debes pensar así, Luna. Confía en los Dioses, ellos son sabios.

El hermano de Luna, Lobo Negro, los observaba emocionado. Temía por la salud de su sobrino, al que apreciaba y quería mucho. 


Mientras Ojo de Fuego consolaba a su hermana, entró para hablar con su sobrino. Estaba despierto pero saltaba a la vista que estaba empeorando.

Oso Blanco: ¡Lobo Negro! ¿Que ocurre ahí fuera? Escucho a mi madre llorar...
Lobo Negro: No debes preocuparte, todo está bien. Recuerda que cuando te recuperes iremos a nadar juntos. Te presentaré a algunos blancos, ya sabes que algunos de ellos son buenos. Si te portas bien te enseñaré su idioma.
Oso Blanco: Voy a morir, ¿no es cierto? No puedes engañarme...
Lobo Negro: Juro por todos los Dioses que encontraré la forma de curarte. No te vas a morir, sobrino.
Oso Blanco: No quiero morir...
Lobo Negro: No morirás, te lo prometo.


Lobo Negro habló con el Chamán y le pidió que se comunicase con los Dioses. Estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para salvar a su sobrino. El chamán se acercó al fuego y tomó un líquido verde de un cuenco. Después se puso a susurrar palabras que nadie entendía y levantó los brazos hacia el cielo.

Chamán: Los Dioses me están hablando. Dicen que existe una posibilidad de salvar a Oso Blanco. Deberás emprender un viaje, tú solo. Deja que los Dioses te guíen y nunca pierdas la fe y ellos te ayudarán a encontrar la cura a la enfermedad de tu sobrino.


Lobo Negro se marchó ante los ánimos de toda la tribu. Su hermana se despidió llorando preocupada por su hijo pero también por su hermano. Prometieron adorar a los Dioses para que no lo abandonasen en su largo y peligroso camino.


Lobo Negro caminó, atento a las señales que los Dioses le podían enviar. Un extraño y solitario búfalo lo observaba a lo lejos cuando llevaba horas caminando. Era muy grande y por un momento Lobo Negro temió por su vida, pero pronto supo que se trataba de los Dioses, que le mostraban el camino a seguir.


De esta forma caminó durante horas, siguiendo las señales que los Dioses le mostraban. Pensaba en Oso Blanco y caminaba más rápido sabiendo que el tiempo estaba en su contra.



No muy lejos de allí, Dorothy Gales viajaba en el interior de una diligencia tirada por dos caballos grises. A sus 22 años, su vida había sufrido un drástico cambio. Su padre falleció muy joven hacía ya muchos años así que vivía junto a su madre en una lujosa mansión en Londres. Allí fue feliz hasta que el negocio familiar se fue a la quiebra. No tardaron en aparecer deudas y perdieron su mansión y prácticamente todo su dinero. Se mudó a una pequeña casa y a los meses su madre falleció en un accidente laboral. Dorothy ya no sabía lo que hacer, solo le quedaba su tía Kelly pero vivía muy lejos. Cuando viajaba a Londres para visitarla, pasaban fantásticos momentos en su compañía. Era una mujer alegre y optimista que adoraba a su sobrina. Una mañana le llegó un mensaje urgente de ella. Estaba gravemente enferma y necesitaba un medicamento para recuperarse, pero no tenía dinero suficiente para comprarlo así que envió el mensaje a su sobrina para que le ayudase. Dorothy no lo dudó un instante y aunque la medicina era cara, la compró. Se gastó prácticamente todo lo que tenía pero no estaba dispuesta a perder a la única persona que le importaba en el Playmundo. Aunque el pueblo dónde vivía su tía estaba en el pantano y era un lugar peligroso, nada le impediría llevar ese medicamento a su querida tía.


Dorothy: Pronto estaré contigo, tía Kelly...

Dorothy miraba por la ventanilla de la diligencia. El paisaje era inhóspito. El sol abrasador caía sobre aquellas secas y peligrosas tierras. El cochero era un hombre seco y poco hablador, pero eso no le disgustó. No le apetecía hablar con nadie ni forzar una sonrisa. Se le pasó por la cabeza que el cochero fuese un delincuente y le robase en mitad de la nada...allí nadie le podría ayudar...

Dorothy: Bah, no pienses esas tonterías...

Lo cierto era que aquel hombre le había dado un repaso con su mirada. Dorothy llevaba un vestido moderno, con zapatos y bolso a juego. Siempre le había gustado la moda y las últimas tendencias. Quizás tendría que haberse vestido con algo menos llamativo...pero ni loca se pensaba cambiar de ropa en aquel lugar y con ese hombre cerca.


Mientras Dorothy luchaba contra sus miedos, dos hombres observaban desde lo alto de una colina a la diligencia pasar. Eran dos bandoleros buscados por la ley. Famosos por sembrar el terror allá por dónde iban. El Tuerto y su fiel amigo Rubiales llevaban años cometiendo delitos y librándose de la ley.

El Tuerto: ¿Has visto eso, Rubiales? ¡Dinero sobre ruedas!
Rubiales: Tengo sed y hambre, ¡me comería una vaca entera, con cuernos y todo!
El Tuerto: ¡Pues estamos de suerte! ¡Vamos allá!


Montados en sus caballos, alcanzaron sin gran esfuerzo a la diligencia. El cochero los vio venir y asustado intento librarse de ellos.

Cochero: ¡Zeñora, agárreze fuerte!
Dorothy: ¿Que ocurre? ¡No me haga daño, por favor!
Cochero: ¡Pero que carajo dice! ¡Por ahí vienen bandidoz!
Dorothy: ¡Oh Dios mío! ¡Haga algo!
Cochero: ¡¡Y que ze pienza que eztoy haciendo!!



El Tuerto: ¡Detente y no morirás!
Cochero: ¡Y un cuerno! ¡No pienzo parar!
El Tuerto: ¡Has firmado tu sentencia a muerte!
Cochero: ¡Ezo eztá por ver!


El Tuerto vio a Dorothy sentada en el interior de la diligencia y sus ojos se abrieron como platos. La boca se le hizo agua pensando en ella.  La quería para él, y debía ser de inmediato. Saltó de su caballo y se lanzó sobre el cochero, que perdió el control de los caballos.

El Tuerto: ¡¡Vas a morir!!
Cochero: ¡Y un cuerno! ¡Conmigo no podráz!


En el forcejeo el cochero y El Tuerto cayeron de la diligencia al suelo mientras esta seguía avanzando descontrolada. Dorothy se asomó por la ventanilla y comprobó que se alejaba de los delincuentes y el cochero. Los caballos seguían corriendo desbocados y asustados.

Dorothy: ¡Esto no me puede estar ocurriendo! 


El Tuerto disparó al cochero que cayó al suelo inconsciente. La herida era muy grabe y no tardaría en morir sin asistencia médica.  Le quitaron todo lo que tenía valor y lo abandonaron a su suerte.

El Tuerto: Maldito cochero, ¡tú te lo has buscado! 
Rubiales: ¡Tenemos que ir tras la diligencia!
El Tuerto: ¡Vamos, no debe estar lejos!


Los caballos hicieron un giro brusco y consiguieron librarse de la diligencia alejándose rápidamente. Dorothy gritó cuando vio que volcaría sin remedio. Cerró los ojos y tras dar unos cuantos golpes contra el suelo, la diligencia se volcó dejando a Dorothy inconsciente en su interior. 



Lobo Negro seguía el camino mostrado por los Dioses. Deseaba encontrar la cura para su sobrino, pero estaba perdiendo la esperanza. Cuando se disponía a reponer fuerzas refugiado bajo unos árboles, encontró la diligencia volcada. En un primer momento no supo que hacer, pero cuando vio al Águila posada sobre la diligencia, supo que había llegado a su destino. Después de mirar fijamente a Lobo Negro, el águila salió volando y desapareció.



Rápidamente entró en la diligencia y encontró a Dorothy en su interior. Su corazón dio un vuelco, pues jamás había visto una mujer tan bella. Su pelo rojo como el fuego, sus labios, su rostro angelical y sus curvas femeninas le cautivaron. La sacó de la diligencia y la tumbó sobre el suelo. 

Lobo Negro: Ser mujer muy bella...No entender bien, ¿ser ella la cura para Oso Blanco? Mujer, despierta. ¿Hola?
Dorothy: Oh, me duele todo el cuerpo...

Dorothy abrió los ojos lentamente, aturdida y muy confusa. Al ver a Lobo Negro con su hacha sobre ella, pegó un gritó que puso en alerta al indio. Se alejó de ella agarrando su hacha con fuerza. Dorothy se alejó arrastrándose.

Dorothy: ¡No me mates! ¡Por favor, no quiero morir!
Lobo Negro: ¿Matar? ¿Yo?
Dorothy: ¡Hablas mi idioma! Te lo ruego...deja que me marche...
Lobo Negro: Yo no querer hacerte daño, mujer.




Se acercó hasta ella y le ofreció ayuda para levantarse. Dorothy lo miró desconfiada. 

Dorothy: ¿Quién eres tú y que quieres de mi?
Lobo Negro: Mi nombre ser Lobo Negro. ¿Los Dioses te envían? Me han guiado hasta ti.
Dorothy: Sí...me envían los Dioses...No puedes hacerme daño, ellos se enfadarían, ¿entiendes?
Lobo Negro: No temer, yo proteger.
Dorothy: Mira, hay unos tipos muy desagradables que me han atacado...es posible que hayan matado al cochero...pobre, y yo pensando mal de él...Debes llevarme a un lugar seguro.
Lobo Negro: Los malos espíritus quieren impedir que salve a Oso Blanco, ¿verdad?
Dorothy: Pues...claro, odian los osos. ¡Debes ayudarme!
Lobo Negro: No preocupar, yo llevar a un lugar seguro en el que puedas cumplir misión. Oso Blanco estar muy enfermo y no tener mucho tiempo.


Dorothy decidió seguir la corriente al indio y que le llevase a un lugar seguro. No se fiaba de él y temía hacerlo enfadar. Agarró su maleta para llevársela consigo. Lobo Negro la miró extrañado.

Lobo Negro: No poder llevar eso, retrasar nuestro paso...
Dorothy: Pero...está bien. Me llevaré mi bolso y este maletín. 


Lobo Negro comenzó a caminar y ella le seguía. El indio caminaba muy rápido y le costaba seguir el ritmo. 

Dorothy: ¿Ese lugar está muy lejos? Necesito una medio de transporte para ir a ver a mi tía.
Lobo Negro: Deber caminar mucho pero confiar en mi. ¿Cual ser tu nombre?
Dorothy: Me llamo Dorothy. ¿Cómo es que sabes hablar mi idioma?
Lobo Negro: Yo tener amigos blancos. No todos los rostros pálidos ser malos.
Dorothy: Es bueno saber que piensas así...


El Tuerto y Rubiales localizaron la diligencia. Encontraron la maleta de Dorothy pero allí no había más que ropa y enseres de mujer. 

El Tuerto: ¡Maldita sea! Rubiales, esa mujer es una auténtica belleza. Jamás había visto nada igual...debe ser mía.
Rubiales: Y seguro que se ha llevado todas las cosas de valor...
El Tuerto: No debe andar lejos. Una mujer como ella no sabe moverse por estas tierras. Debemos darnos prisa, no me gustaría que un cuerpo tan bello como ese se convierta en comida para animales salvajes. 



Continuará...

3 comentarios:

  1. ¡Me encanta ese ambiente de contar historias! Me recuerda a los libros medievales que recogen cuentos, como El conde Lucanor, El libro de buen amor y Los cuentos de Canterbury; pero tú le das un aire exótico, misterioso y tierno. Me hacen gracia los nombres que les has puesto a los indios y me parecen muy entrañables. Estoy deseando saber cómo lo hará Lobo negro para quitarle la medicina a la pobre Doroty, pues intuyo que ella no es la solución a la enfermedad de Oso blanco, sino las hierbas que seguro tiene. Está muy bien escrito y los sucesos acaecen con agilidad.

    Además, las fotografías están magistralmente tomadas. sus colores, las sensaciones que desprenden (de soledad, de calor, de lejanía)... Están muy logradas. Enhorabuena.

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  2. ¡Por fin llegan las historias del pantano! Es ya un clásico del verano, como tomar helados, plantar la sombrilla en la playa o ponerse las chanclas.
    ¡Me encanta esta historia dentro de la otra historia! Vicrogo es un personaje especial. El único click humano que puede convivir con la magia del pantano y no me extraña, porque siempre ha tenido una sensibilidad especial para todas las criaturas. Las fotos de PD Junior jugando con Hurto están llenas de ternura. Adoro a ese niño. Su madre lo anima a observar y aprender a ver a través de los sentidos, lo que conecta con las señales de los espíritus que el chamán y Lobo Negro sienten.
    La historia de Lobo Negro y Dorothy me parece preciosa. Las fotos son insuperables en ese paisaje del pantano. Dorothy es una clack custom preciosa. Cuanto más la miro, más me gusta. Me gusta mucho la trama que has tejido con ese viaje de Lobo Negro guiado por los espítitus que ha ido a converger en el camino de la sobrina huérfana que se dirige al salvaje oeste para llevar una medicina a su tía y se encuentra con esos dos malintencionados bandidos.
    Se ha quedado en lo más interesante. No tardes en poner la continuación, que tengo muchas ganas de saber como continúa.
    Un besote

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  3. Mujer blanca ser... quiero decir... la chica, Dorothy, es una preciosidad de clack, me gusta muchísimo lo que puede conseguirse con elementos simples y buen gusto, claro. La historia me ha atrapado desde el primer momento, no le sobra nada, pero tampoco le falta, están todos los elementos necesarios para que la imaginación vuele libremente. Qué bonita es la sociedad de los indios, tan sencilla, tan noble y tan pura. El empeño de Lobo Negro merece ser recompensado, de algún modo Dorothy ayudará, porque si es una chica lista, como parece, pronto comprenderá que merece toda su confianza. Me da mucha pena Oso Blanco, él sabe que puede morir pronto, ¡hay que hacer algo! Ojalá los dioses sean bondadosos y tengamos un final feliz. Este pantano da para mucho, solo mirar a PD con su familia (qué riquísimo Junior, está para comérselo), y cómo no, ver a mi avatar codeándose con todos ellos ya es un regalo que me pone del mejor humor. Qué talento, Dani, me quedo esperando lo que venga.

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