miércoles, 24 de septiembre de 2014

Historias del Pantano: Capítulo 06 - La magia vive en tu interior


Ben aparcó su camión cerca del agua. Con la ayuda de los jóvenes transportaron la canoa hasta el agua. Todos se mostraron emocionados ante la idea de remar agua adentro.

Ben: Estas aguas son traicioneras así que tenéis que seguir mis instrucciones sin rechistar. Os dije que viviríamos aventuras y eso es lo que vamos a hacer. Subiréis por turnos. El primero será Wen, luego Duclack y por último Sus. 
Wen: ¡Vamos papá! ¡Que emocionante!
Sus: ¡Jo, yo la última!
Duclack: ¿Tardaréis mucho?
Ben: No lo sé. Tranquilas, vosotras también disfrutaréis de un buen paseo en canoa.
Duclack: Lo estoy deseando.
Sus: Yo también.
Ben: Os dejo a cargo del camión. No os mováis de aquí, recordad que este lugar es peligroso.
Sus: No te preocupes papá, nos portaremos bien.


Ben: Vamos hijo, rema con fuerza.
Wen: ¡Que emocionante, papá!

Remaron  hasta adentrarse en las aguas del pantano. Duclack y Sus perdieron de vista la canoa a los pocos minutos.



Duclack sacó el misterioso objeto de oro de su mochila. Subieron al techo del camión y se sentaron a examinarlo.

Duclack: Parece un cuerno de esos que usaban los vikingos, ¿verdad?
Sus: ¡Es verdad! De esos que utilizaban como si fuese una trompeta. Puede que sea muy valioso. Seguro que a Diamante le gustará mucho.
Duclack: ¿Crees que se lo tendríamos que contar a tu padre?
Sus: No, que seguro que nos regaña por no obedecerle. Es posible que nos lo quite y no se lo podamos regalar a Diamante así que mejor no arriesgarse.
Duclack: Tienes razón.


El ser había seguido el rastro del camión hasta llegar hasta ellas. Llevaba consigo un arma poderosa capaz de destruir cualquier tipo de material, por muy duro que este fuese.

Sus: ¡Mira! ¿Que es eso?
Duclack: ¡Parece un monstruo!
Sus: ¡Un monstruo! ¡¿Que hacemos?!


Dios del pantano: Yo soy el Dios del pantano. Antiguo Dios adorado y respetado por las gentes de estas tierras. Habéis irrumpido en mi morada y faltado el respeto sin importaros las consecuencias. Tendréis que pagar por vuestros delitos. Tenéis que morir, ¡vais a morir! 


Sus y Duclack se encerraron en el camión esperando que ese ser se marchase y las dejase en paz. Estaban muy asustadas y no sabían que es lo que quería de ellas.

Sus: ¡Tengo mucho miedo, Duclack!
Duclack: Yo también...no te preocupes, aquí no nos podrá hacer ningún daño. He cerrado la puerta con llave.
Sus: Dice que vamos a morir...¡Yo no quiero morir!
Duclack: Tranquila, no lo permitiré...


El Dios se acercó al camión. Observaba sorprendido la estructura de aquel enorme objeto que no había visto jamás, pero pronto se concentró en lo que andaba buscando.

Dios del pantano: ¡No lograréis escapar! Devolverme lo que me pertenece o moriréis. Habéis irrumpido en mi morada sin respeto así que yo haré lo mismo.

Tiró de la puerta sin el menor esfuerzo y esta cedió al instante. La puerta se abrió ante los aterrorizados ojos de las chicas.

Sus: ¡Ha conseguido entrar!
Duclack: ¡Corre, por la ventana! ¡Tenemos que salir por la ventana!
Sus: ¡Déjanos en paz!
Dios del pantano: No podréis escapar.
Duclack: ¡Tenemos que alejarle de aquí y escapar en el camión! 



Consiguieron su objetivo y pudieron subir al camión. Ninguna de las dos sabía conducir pero fue Sus la que se puso al volante.

Sus: ¡Cómo se enciende!
Duclack: ¡La llave! ¡Vamos, Sus!

Tras varios intentos fallidos, el camión se puso en marcha. Apretó el acelerador y salieron a toda prisa. No se aclaraba con las marchas y a veces frenaba al equivocarse de pedal. El Dios del pantano las seguía muy de cerca. 



Sus: ¡Creo que lo hemos despistado! ¡Vivaa!
Duclack: Deja que me asome.

Sacó la cabeza por la ventanilla del copiloto y vio al ser corriendo tras ellas.

Duclack: ¡Está ahí! ¡Todavía nos sigue!
Sus: ¡No sé ir más rápido! 



Duclack miró al frente y vio un enorme acantilado.Sus había perdido el control del camión y se dirigían hacia allí a toda velocidad.

Duclack: ¡Ahhh! ¡Frena, Sus! ¡Un acantilado!
Sus: ¡No me sale! ¡¡No me sale!! ¡Ahhh!
Duclack: ¡Frenaaaa!

Al final supo frenar el camión a tiempo. Se quedaron al borde del acantilado sofocadas y al borde del histerismo. 

Sus: Estoy temblando...
Duclack: Ha faltado poco...vamos, esa cosa está a punto de alcanzarnos. 



Bajaron del camión y corrieron con todas sus fuerzas. Llegaron a una zona sin salida. La única escapatoria era tirarse por el acantilado y rezar por sobrevivir.

Duclack: ¡Cuidado, Sus!
Sus: ¡Oh no! ¡No hay escapatoria!
Duclack: Tendremos que enfrentarnos a él.
Sus: No tenemos armas ni nada con lo que defendernos...




Dios del pantano: Os avisé, huir es inútil. No tenéis escapatoria. Devolverme lo que me pertenece o moriréis.
Sus: ¿Que te pertenece? ¡No tenemos nada que sea tuyo!
Duclack: ¡Un momento! ¡El cuerno!


Cuando estaba dispuesto a disparar contra ellas, Duclack le tiró su mochila y el cuerno cayó fuera quedando al descubierto. El dios miró el cuerno con satisfacción.

Dios del pantano: Habéis entrado en razón, pequeñas incautas. 
Sus: Eso es lo que quería...
Duclack: Por eso nos perseguía...los nervios no nos han dejado pensar con claridad.
Sus: ¿Y ahora qué?
Duclack: Espero que nos perdone la vida...


Dios del pantano: Me habéis devuelto aquello que me pertenece. A pesar de vuestra falta de respeto os perdono la vida. Si volvéis a robarme no seré tan misericordioso con vosotras. Estáis advertidas.
Duclack: Lo sentimos, no volverá a ocurrir.
Sus: Se lo prometemos.



El Dios del pantano desapareció con el viento sin dejar rastro. Las dos amigas se miraron aliviadas y sorprendidas. Saltaron y gritaron felices de alegría. Al final, todo había salido bien.


Pasada una hora...

Ben y su hijo arrastraron la canoa hasta la orilla. Había sido un viaje emocionante en el que ambos habían disfrutado muchísimo.

Wen: Ha sido fantástico, papá.
Ben: Te dije que disfrutarías. Luego te dejaré conducir el camión, pero solo un momento.
Wen: ¡Yupii!
Ben: Que extraño...¿Que hacen tu hermana y Duclack tumbadas? 
Wen: Estarán aburridas...
Ben: ¡Chicas, ya estamos aquí! ¡Venga, la siguiente en montar en canoa!


Sus: ¡Nosotras pasamos, papá!
Ben: ¿Qué?
Duclack: Sí...no tenemos ganas...
Ben: Pero...
Sus: Estamos muy cansadas y no nos apetece.
Ben: ¿No queríais vivir aventuras?
Duclack: Ya hemos vivido suficientes aventuras por hoy, ¿verdad Sus?
Sus: ¡Sí! ¡Jajajajaja!
Duclack: ¡Jajajajajaja! 


Les costó horrores colocar el camión en el mismo lugar en el que estaba y aquello las terminó de agotar definitivamente. Por suerte, Ben no se percató de nada y se marcharon del pantano con tranquilidad, como si nada hubiese ocurrido.

Ben: Que extraño, el camión está acelerado...
Duclack: Sus, ¿crees que volveremos algún día?
Sus: Sí, aunque ha sido peligroso...¡Ha sido divertido! 



Vicrogo: Duclack y Sus aprendieron una gran lección aquel día. Deben respetar su entorno y obedecer a los mayores. Aunque consiguieron salvar sus vidas, por muy poco no lo cuentan.
Junior: ¡Es fantástico! ¡Yo quiero vivir esas aventuras!
Hurto: ¡Guau! ¡Guau!
PD: Está bien, Junior. Vamos, iremos a dar un paseo.


Calíope: No tardéis que estoy preparando la comida. Vicrogo, ¿te apetece sopa de sapo y arañas rebozadas?
Vicrogo: Pues...
Calíope: Está bien, te prepararé algo más sencillo.
Vicrogo: ¡Gracias! 


PD: Iremos por aquí. Recuerdo que por esta zona vi por primera vez a Sus y Wen...
Junior: ¿Sí? ¿Y que pasó?
PD: Que me enamoré de Sus...pero es una historia muy larga, hijo mío.
Vicrogo: Yo recuerdo el oso que nos guió hasta aquellos carnívoros. Fue justamente por esta zona.
PD: ¿Y los niños con aquel dinosaurio? Mi hermana se llevó un buen escarmiento.
Junior: ¿La tita Pepota?
PD: Ya sabes que tu tía no es precisamente un ejemplo a seguir...
Vicrogo: Sigo pensando que Pepota no es tan mala como nos quiere hacer creer.



Un sonido en la maleza alertó a Junior. Miró en esa dirección y no vio nada. Le dominó el miedo y las ansias por ser testigo de sucesos fantásticos y no supo ver al búfalo que entre la maleza se escondía. Enviado por los Dioses en los que Lobo Negro y Dorothy depositaron toda su fe. Les observaba atento, esperando el momento de acudir en su ayuda si depositaban en ellos toda su fe. 

Junior: ¡Jo! Aquí no hay nada...



Caminaron hasta llegar a una zona más alejada, con poca maleza. Hablaban de sus cosas y no se percataron del cetro que estaba medio oculto entre las rocas. Su esfera brillaba esperando atraer la atención de aquellos que fuesen capaces de observar más allá. Era el abandonado cetro de la bruja Violice. Llevaba años perdido y olvidado.


Siguieron caminando esta vez por una zona repleta de profundas y oscuras cuevas. Desde el interior de una de ellas, un Dios antiguo del pantano los observaba. Protegía sus tesoros a la espera de más insensatos que se aventurasen a entrar en su morada.

Junior: ¡Yo no veo nada! Todas esas historias no son ciertas...
Hurto: ¡Guau!
PD: Hijo mío, no olvides que la magia vive en tu interior. Si abres tu mente y te dejas llevar, serás capaz de ver cosas que jamás imaginaste. Este lugar siempre será un lugar mágico en el que podrás vivir mil y una aventuras pero recuerda que la magia, vive en tu interior.


FIN




3 comentarios:

  1. ¡Qué bonito! Una vez más nos has dado la lección de que la magia nunca muere si la conservamos y la cuidamos plenamente. Me gusta el guiño del final, cuando vas diciendo que van apareciendo todos los símbolos de las historias que han contado. Es una historia muy bonita. He pasado mucho miedo por Sus y Duclack, pero tenía la seguridad de que no podían morir. ¡No me extraña que luego no tuviesen fuerzas para nada! Esa aventura ya les habrá hecho perder las ganas de vivir más aventuras, jajajaja. Me ha gustado mucho este final y las tres historias que has contado. Todas son muy bonitas y originales.

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  2. ¡Sí, la magia vive en el interior! ¡Y tú tienes de sobra, Dani! Es una historia genial, en la primera parte se termina la historia del Dios del Pantano, me ha gustado mucho cómo la resuelves, porque efectivamente las pequeñas intrusas habían cometido una pequeña fechoría; seguro que han aprendido la lección, y que en adelante supieron respetar todo, ¡no se puede ir por ahí rompiendo y robando! (Bueno, los piratas sí pueden hacerlo, pero solo a los ricos). Y luego, el pequeño Junior se queda un poco con las ganas de vivir aventuras por sí mismo, ¡ya tendrá tiempo! Y la magia está por todos lados, en ese pantano han vivido cosas maravillosas y terribles. Ah, y me encanta también lo que dice mi personaje sobre Pepota Demonio, siempre me gustó ese personaje. Tu pantano tiene algo muy especial, es curioso que cada vez tengo más ganas de hacerle una visita, lo has convertido en un lugar de culto.

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  3. ¡¡¡Me he quedado con la boca absorta con el final!! ¡Me ha gustado muchísimo! Eso de que vayan caminando y PD le cuente a Junior cuando se enamoró de Sus en aquella primera historia allí y luego recuerden lo de los niños controladores de Dinosaurios y Pepota o lo del oso que los guió a los carnívoros que recuerda Vicrogo. Y como defiende a Pepota hasta el final. Vicrogo tiene un sexto sentido para encontrar amor y bondad donde parece que no lo hay. Y esos símbolos de las tres últimas historias ocultos en la naturaleza, esperando a que alguien los oculte... Es una manera preciosa de unir todas las historias del pantano.
    No puedo dejar de mencionar también la sopa de sapo y las arañas rebozadas, jajajajajaja. Calíope y Fatumata deberían ir a Master Chef, jajajajajaja.
    El ciclo de este año de historias del pantano ha estado a la altura. Año tras año te superas. Y como dice Vicente, has convertido ese lugar en algo mágico. Yo también tengo ganas de visitarlo. ¿Algún día viviremos una aventura real allí? Quizás el pantano nos espere... ;-)

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