viernes, 23 de noviembre de 2018

Halloween 2018: El autoestopista - Capítulo 04: Ya estoy en casa

Capítulo 04: Ya estoy en casa

Siguió conduciendo hasta llegar a la carretera que llevaba a su casa. Visualizó la silueta de su mansión a lo lejos, iluminada por la luz de la luna. Las luces estaban encendidas, por lo que imaginó que su marido ya estaba en casa. 


La mansión estaba situada en una zona boscosa, con muy pocos vecinos. El más cercano se encontraba a medio kilómetro. Era un lugar extraordinario, en el que no había delincuencia. Aunque Ann se aburría muchísimo, sobretodo en invierno. Cuando oscurecía, sobrecogía la inmensa soledad y oscuridad que rodeaba la casa.


Se aproximó lentamente, pensando en las palabras que utilizaría para explicar lo ocurrido a su marido.

Ann: El problema es que no sé que es lo que ha ocurrido. He atropellado a un autoestopista y me di a la fuga,George. Este resucitó, o no murió en el accidente y me persiguió para matarme. Por más que le atropellaba, seguía levantándose.  Resucitaba, una y otra vez, a pesar de las heridas que sufría. Me acosó hasta que le disparé con tu pistola, George. Estoy viva gracias a ti.


Metió el coche en la zona habilitada para aparcar. Le sorprendió no encontrar el coche de su marido aparcado en su sitio. Debía estar en casa, pues las luces estaban encendidas. 

Ann: Habrá aparcado en la parte de atrás de la casa.


Accionó el freno de mano y paró el coche. Respiró profundamente e intentó serenarse. Había llegado el momento de la verdad. Le diría a George que había sido un accidente, que lo atropelló sin querer. El autoestopista debía ser un psicópata, por lo que tampoco debía sentirse tan mal.

Ann: Imagina que te detienes y se sube al coche. Seguramente me habría matado...


Bajó del coche, más tranquila. Deseaba entrar, hablar con su marido, curarse las heridas y terminar con este asunto de una vez por todas. Aunque lo que más deseaba era ducharse y meterse en la cama. Necesitaba descansar.


Abrió la puerta y llamó a su marido. No recibió respuesta pero la televisión del comedor estaba encendida.

Ann: ¿Cariño? Tengo algo que contarte...


George estaba viendo la televisión en el comedor, sentado en su sillón favorito. Estaba de espaldas, por lo que no le podía ver la cara.

Ann: ¿George?


George no contestaba. Pensó que podría estar durmiendo. Se acercó lentamente y lo volvió a llamar. George no solía quedarse dormido en el sillón, así que se inquietó.

Ann: ¿George?


Cuando estuvo a su lado, comprobó que no se trataba de George. El autoestopista estaba allí sentado, mirando la tele. Era prácticamente un esqueleto sangriento, con los ojos saltones. Giró la cabeza y miró a Ann.

Autoestopista: ¡Señooora, gracias por todo, señora!
Ann: No puede ser, ¡estás muerto!


El autoestopista se levantó del sillón. Alzó los brazos hacia ella y caminó. Ann cayó de espaldas al sofá. Ya no era capaz de seguir huyendo. Estaba cansada y paralizada de miedo.

Ann: ¡¿Qué quieres de mi?!
Autoestopista: Señora, muchas gracias señoooora.


No tenía fuerzas para levantarse del sofá. Miraba al ser totalmente indefensa.

Ann: ¡Tengo dinero! Te daré todo lo que tengo,¡todo lo que quieras!
Autoestopista: Gracias por todo, señoooraaaa.
Ann: ¡Te daré la casa, el coche, todo mi dinero! 


Se lanzó sobre ella y lamió su rostro. Su lengua sangrienta recorrió su cara dejando un rastro de sangre putrefacta.

Ann: ¡Ahhh! ¡Socorro! ¡Noooo!
Autoestopista: ¡Señoooooraaaaaa!

Ann recordó las palabras de aquellos niños disfrazados. La advirtieron, pero ella no se lo tomó en serio. "No respeta el espíritu de Halloween y está muy enfadado. Tenga cuidado con lo que hace. Cualquier error se volverá en su contra". Ann gritó cuando el ser le mordió, pero nadie la escuchó.


George llegaba tarde a casa. Aquel día había tenido más trabajo que nunca, pero es que además, había presenciado un accidente. Socorrer al autoestopista, esperar a la ambulancia y dar parte a la policía le supuso mucho tiempo. Aunque lo más extraño fue la desaparición del cadáver. Estaba claro que aquel hombre estaba muerto y era imposible que se hubiese marchado por su propio pié. La policía mencionó que había lobos por la zona y quizás se hubiesen llevado el cadáver. Cuando se marchó de la zona del accidente, varias patrullas buscaban el cuerpo por los alrededores.


Tenía mal cuerpo y el estómago revuelto. Aparcó al lado del coche de su mujer y se bajó con prisas. Estaba deseando contarle a Ann lo ocurrido.


George: ¡Ann!

La vio sentada en el sofá, mirando la televisión. Solía encontrarla así cuando venía del trabajo. Mirando los programas de cotilleo y mirando el móvil.

George: Cariño, ni te imaginas lo que me ha pasado. Un sinvergüenza ha atropellado a un pobre autoestopista y se ha dado a la fuga. Ha sido espantoso,su cuerpo estaba... 


Se acercó hasta ella y vio sangre en su frente. Se asustó y corrió para ver si se encontraba bien. Ann siempre le recibía sonriente y no era normal que estuviese tan callada.

George: ¿Te encuentras bien? ¿Ann?


Al fin pudo ver su rostro. Sus ojos sangraban, al igual que su boca. Algo terrible le había ocurrido. Sus últimos momentos de vida fueron tan espeluznantes, que sus ojos todavía reflejaban el miedo más profundo. 

George: ¡Ann! ¡Nooo!


El autoestopista caminaba lentamente, alejándose de la casa en la noche más oscura. Volvería al mismo punto de partida, esperando un nuevo conductor imprudente. Tendría que esperar la llegada del próximo Halloween, pero tendría paciencia. El mundo está plagado de personas que no creen en Halloween, pero muchas más que atropellan y dejan morir a personas inocentes en la carretera. 



Calabazo: Y así termina la historia de este año.
Alice: ¡Es una pasada!
Calabazo: ¿Te ha gustado? 
Alice: ¡Mucho! Me encanta que ella haya muerto, se lo merecía. ¡Era una petarda!
Calabazo: ¿Se lo merecía por ser infiel?
Alice: ¡Por supuesto! Eso no se hace. Yo soy muy estricta con esas cosas. Así que ya lo sabes. Si quieres algo conmigo, debes saber que no paso ni una.


Calabazo: ¡Ops!Lo tendré en cuenta. ¡Oh, estáis ahí! Espero que os haya gustado la historia de este año. No es precisamente un final feliz, pero eso no significa que sea un mal final. ¿Os gusta el lugar en el que estamos? Es la plaza central de Fantasmaland. Ahí atrás está el castillo del Conde Drácula, que tiene su residencia en este barrio.
Alice: Por aquí viven muchos monstruos y seres famosos.


Calabazo: ¡Mira, por ahí va el Conde Drácula y la Monja!
Alice: Es la Monja de la película de terror que está ahora en los cines. Se lo tiene muy creído.
Calabazo: La fama se le ha subido a la cabeza.
Alice: Lo cierto es que hacen buena pareja.
Calabazo: Sí, da gusto verles pasear de la mano por la calle.


Alice: ¿Y esos?
Calabazo: Ann y el Autoestopista. Aquí en el infierno son pareja.
Alice: ¿La historia es real?
Calabazo: ¡Por supuesto! 
Alice: Pues justamente me los imaginaba así. El autoestopista es muy guapo. Me gusta sus huesos y esos jirones de carne colgando.
Calabazo: Sí, es un tipo sexy.
Alice: Pero tú lo eres más.
Calabazo: Tú que me ves con buenos ojos.


Alice: ¿Esa quién es?
Calabazo:Es Draculina. Es una vampiresa muy sexy.
Alice: ¿Sexy?


Calabazo: Mira que cuerpo tiene, es tan hermosa. Es la soltera más solicitada del inframundo, y no es para menos.


Alice: ¿Perdona? ¡Le estás mirando el culo!
Calabazo: ¿Yo? Eh...qué va. Miraba el vestido...¿Quién será el diseñador?
Alice: ¿Me tomas por tonta? ¡Te he dicho que soy muy estricta con estas cosas! ¡Eres un cerdo!


Alice saca su barita. Está muy ofendida y enfurecida. Los seres que pasean por la calle se acercan para ver que está ocurriendo.

Calabazo: ¡Alice, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir! ¡Perdona, amor mío!
Alice: Me las pagarás, Calabazo. ¡Abracadabra, pata de cabra, que tu cabeza, aumente de tamaño!
Calabazo: ¡Nooo!


La cabeza de Calabazo es enorme. Le cuesta mantener el equilibrio. Alice se da la vuelta y se marcha muy enfadada.

Calabazo: ¡Alice,no me dejes así!
Alice: ¡No quiero volver a verte nunca más!
Calabazo: ¡Con esta cabeza tan grande me verás aunque no quieras! ¡Vuelve!


Los monstruos se acercan a ver a Calabazo. Brujas, fantasmas, zombies y hombres lobo se ríen de la nueva cabeza de Calabazo.

Calabazo: ¡Maldita sea! En fin, creo que por el momento pasaré de tener más citas.


Calabazo: Amigos, hasta aquí la historia de Halloween de este año. El año que viene volveré, con otra historia terrorífica. Espero que os lo hayáis pasado tan bien como yo. Es el momento de regresar a casa, me pesa la cabeza y me cuesta mantener el equilibrio. Maldita sea, habría sido mejor que me hubiesen dado calabazas. ¡Hasta pronto, amantes del terror!


Fin


2 comentarios:

  1. ¡Qué divertido este final! Podía imaginarme perfectamente el ambiente de todas las escenas que describes con tanta maestría. Cuando Ann ha entrado en su casa, ya me imaginaba que algo pasaba. Ese momento me recordaba a una escena de un libro que me he leído hace poco, que una pareja es asesinada por tres chicos que están en su casa cuando ellos llegan de pasar un día en la Praia das Augas santas y se encuentran con las luces encendidas, una lechuza observándolos… y el ambiente de esa escena me ha recordado mucho al momento en el que Ann aparca el coche en la mitad de la noche, a la casa en medio de la nada rodeada toda de bosque, a las luces encendidas... No me esperaba para nada que el Autoestopista fuese quien estuviese sentado en el sofá esperando la llegada de Ann. Tampoco me esperaba que el marido de Ann estuviese implicado también en el atropello. No me habría imaginado nunca que sería el hombre que paró para ayudar al autoestopista. Qué divertido, Ann intentando inventarse una excusa y resulta que no hace fala, que ambos llegan tarde. La verdad es que está muy bien esta historia y encima con el colofón final de Calabazo y Alice. Me he reído mucho con el final, cuando él se pone a echarle piropos a Draculina y luego Alice hace que le crezca la cabeza. Muy buenos el comentario de: más vale que me hubiesen dado calabazas jajajaja. Muy interesante y buena la historia. ¡Enhorabuena!

    ResponderEliminar
  2. Un final muy divertido como contrapunto a la terrible historia del autoestopista.

    Me gusta haber podido leer toda la historia seguida, sin esperar a nuevas publicaciones,porque me hubiera tenido que comer las uñas con la tensión que se genera en esa carretera.
    Ann no era una buena persona, pero lo ha pagado con creces. Y eso que al final, tampoco ha terminado tan mal parada, ha encontrado un nuevo amor.

    Otro año más, una gran historia que nos reglas.

    Un saludo,
    Sarrat

    ResponderEliminar