jueves, 12 de junio de 2014

Piratas en el tiempo: Capítulo 01 - Quiero ser pirata



Piratas en el tiempo es la historia de mis personajes de la infancia. Es muy especial para mi ya que con esta historia crecí y viví momentos inolvidables. Junto a mi mejor amigo creamos un mundo repleto de aventuras y personajes. A día de hoy estos personajes siguen vivos para nosotros. Desde hace tiempo pensé que su historia merecía ser contada, por todas aquellas tardes, noches y días que jugamos sin parar. Eramos niños, así que no es 100% igual, hay cosas que he tenido que retocar un poco para darle más sentido, pero la historia sigue siendo la misma, con sus personajes. Quizás no sea la más original o con el guión más sorprendente del mundo, pero es mi historia, la que imaginé junto a mi amigo en aquellos maravillosos años que ya no volverán. Es una historia larga, así que la dividiré en varios capítulos. Resumiré algunas cosas para que resulte más ameno. Espero que sea de vuestro agrado, está escrita con toda la ilusión del mundo.

12 de Junio de 2014
En la actualidad


No estoy viviendo mi mejor momento. Aquí secuestrada, atada a esta silla, golpeada y sin posibilidad de escapatoria mi vida pende de un hilo. Tengo el cuerpo y la cara amoratados de tantos golpes recibidos. Me he caracterizado por ser una clack luchadora y valiente, pero mi espíritu guerrero ha sido derrotado.  


Pienso en todos mis seres queridos que ya no están y los que todavía siguen con vida, refugiándome en los mejores momentos vividos junto a ellos. Mi vida ha sido larga, mucho más larga de lo que podéis llegar a imaginar. He vivido muchas cosas, buenas y malas a lo largo de todos estos años pero jamás pensé que mis días en este mundo terminarían de este modo… pero me gustaría comenzar por el principio…




Año 1750

La taberna El loro mareado estaba siempre a reventar.  Era el lugar preferido de todo buen pirata. Allí se congregaban para beber, comer y disfrutar de los placeres carnales que se les ofrecían. Todo estaba permitido, no había reglas. Mi padre era un famoso pirata temido y respetado por sus camaradas y enemigos. Capitán del Fantasía, un enorme barco preparado para la batalla y surcar grandes distancias en busca de tesoros escondidos y aventuras peligrosas. Se llamaba Christian Delaveaux  pero todos lo conocían por Capitán Pain.  Siempre que atracaban en aquel puerto francés, visitaban esa taberna. Acompañando a mi padre siempre le seguía su inseparable amigo Piff. Aquella noche en la que todos los allí presentes disfrutaban con sus excesos, mi madre se enamoró de mi padre. Trabajaba ofreciendo su cuerpo por dinero y era una conocida ladrona en las calles de la ciudad.
Cuando vio a mi padre bebiendo ron junto a Piff, lo quiso para ella. Su porte era elegante, alto y fuerte. Su pelo negro como la noche y su cuidada barba le parecieron lo más varonil que había visto nunca.  Su compañera de miserias no pudo evitar reír cuando la vio interesada.



- Eso es tirar muy alto, querida. Ese hombre es inalcanzable. Es el mismísimo Capitán Pain – le explicó fascinada.
- No he conocido hombre capaz de resistirse a mi pecaminoso cuerpo – contestó ofendida.
- Será mejor que te olvides, no acepta compañía femenina. Siempre rechaza a toda clack que se le insinúa. Yo misma he sufrido su desprecio…
- ¿Crees que es uno de esos hombres que prefiere la compañía masculina? – No lo aparentaba, pero más de una vez se había llevado una sorpresa.
- No lo creo…quizás le hiriesen ahí abajo, ya sabes…y ya no le funcione– se tocó entre las piernas y las dos echaron a reír.
- Un Eunuco…vamos a averiguarlo – le dijo con picardía. 


- Hola guapo, ¿es usted el Capitán Pain?
- El mismo, ¿quién pregunta? – Solía espantar a las clacks que se le acercaban. La muerte de su prometida años atrás le hizo jurarse que jamás volvería a interesarse por ninguna clack. Al ver a mi madre, los ojos se le abrieron como platos.
- Me llamo Caroline. Es un placer conoceros, Capitán – le guiñó un ojo y le dedicó una de sus mejores sonrisas.
- Mademoiselle, el placer es mío – su pelo rubio, sus ojos azules como el cielo y su exuberante cuerpo le hipnotizaron. Mi madre era una experta seductora y supo de inmediato que lo había cautivado – Estaba bebiendo ron junto a mi fiel amigo y compañero. ¿Desea algo en particular?


- Me preguntaba como sería sentarse sobre el regazo de un hombre tan guapo y elegante como usted – se sentó en su regazo sin pedir permiso y mi padre se dejó seducir por sus encantos de clack fatal – Sí, es tal y como imaginaba. Dígame, Capitán Pain…¿le parezco una clack sexy?
- No desearía parecer vulgar, pero lo es. La clack más sexy que he visto jamás – ya no podía escapar del embrujo de mi madre. Se había enamorado perdidamente de ella.



Debido al enamoramiento de mi padre, tardaron más días en zarpar. No solían pasar mucho tiempo en tierra firme y su tripulación se estaba inquietando. Finalmente decidió marcharse dejando a Caroline en tierra. Ella protestó y pidió que la llevase con él, pero se negó. Sabía que la presencia de una mujer en su barco provocaría muchos problemas y su vida correría peligro rodeada de tantos piratas.


- Se defenderme muy bien sola, amor mío – intentaba hacerle cambiar de opinión, pero mi padre era muy testarudo.
- No es posible, amada mía. Deberás permanecer en tierra, esperando mi llegada. Prometo volver a verte cuando me sea posible. Sabes que la vida de un pirata no es fácil.
- Me abandonas así, sin más. Eres cruel conmigo. ¿Así demuestras todo lo que me quieres? – Le reprochó enfadada.
- Solo me preocupo por tu bienestar. En cuanto consiga un buen tesoro, te compensaré con joyas y todo el oro que te mereces.
- Eso sería maravilloso, amor. Está bien, esperaré tu regreso con impaciencia – Amaba el dinero y el lujo más que nada en el mundo – Prometo ser solo tuya, para siempre.


Se despidieron en el puerto con un largo y apasionado beso. Mi padre y Piff se marcharon en una barca cargada de provisiones rumbo al Fantasía. Caroline observó  como se alejaban hasta que los perdió de vista.



Año 1759

Mi madre quedó encinta. Aquello le desagradó muchísimo. Odiaba ponerse gorda y  perder encanto para los clientes. También odiaba a los niños. Christian no supo de mi nacimiento hasta pasados dos años desde su partida. Cuando descubrió que era padre reaccionó con alegría. Sin embargo, mi madre me odiaba y no sentía por mi ningún cariño. Mi padre venía siempre que podía, pero eran pocas veces. No encontraba tesoros, pero siempre nos traía regalos y monedas para facilitar nuestra supervivencia. A pesar de todo, mi madre se lo gastaba sin invertir ni una moneda en nuestras necesidades más básicas. Le gustaba el ron e invitar a hombres a casa, engañando a mi padre en múltiples ocasiones. Yo no me atrevía a decir nada cuando mi padre regresaba “lo mataré mientras duerme si le cuentas algo” me decía mi madre. Cuando venía a casa a vernos era la niña más feliz del mundo. Disimulaba mi tristeza y los malos tratos a los que mi madre y sus amantes me sometían. Yo era una niña rubia de ojos azules y muy bella. "Cuando seas mayor, tendrás muchos clientes" solía decirme.


Aunque no era feliz en casa, tenía dos grandes amigos. Uno de ellos se llamaba Tommy, un niño vagabundo que vivía dónde podía. Su piel morena y sus ojos negros contrastaban con mis rasgos. Siempre quedábamos para jugar a piratas. Los dos deseábamos ser piratas y navegar lejos para vivir aventuras.  Un día, mientras jugábamos con nuestras espadas de madera en las calles, apareció la que se convertiría en mi mejor amiga, Margaret. Nos sorprendió su forma de vestir, tan limpia y elegante. Sentí envidia y me cayó mal al instante.

- ¿Quién eres tú? – Le pregunté con cara de pocos amigos.
- Soy Margaret. Mi tía vive en este barrio y me aburría en su casa. ¿Cómo os llamáis? - nos miraba de arriba a bajo, parecía creerse superior.
- Yo me llamo Diana y él es Tommy. ¿Qué quieres?
- ¿Puedo jugar con vosotros?
- Sí – dijo Tommy de inmediato. Me sorprendió su rápida respuesta, yo estaba dispuesta a mandarla a paseo sin ninguna consideración. Margaret se acercó a nosotros más confiada.


- ¡Estupendo! Mi tía es tan aburrida…Mirad, traigo mi muñeca. Se llama Cleopatra. ¿A que jugáis? – miré la muñeca con deseo, nunca había visto una tan bonita.
- A piratas. ¿No te mancharás ese vestido tan caro? – Le pregunté en un último intento de hacerle cambiar de opinión. – Para este juego es necesario tirarse al suelo y ensuciarse.
- Prefiero eso a escuchar los ronquidos de mi tía. ¡Me pido ser la chica secuestrada!


Desde aquel día nos convertimos en tres grandes amigos.  Descubrí que Margaret era una niña muy divertida y que me había equivocado pensando mal de ella. Todas las tardes que venía a casa de su tía, se escapaba para jugar con nosotros. Lo hacía en secreto, sin que su tía y sus padres se enterasen. Siempre hacía de chica guapa en apuros, pero no nos importaba. Yo prefería el papel de mujer pirata y Tommy del valiente novio que la rescataba.


Mi madre me castigaba siempre que me descubría jugando con mis amigos. Me obligaba a pedir en las calles y a robar. No me gustaba hacerlo pero no tenía alternativa.

- ¡Socorro prometido mío! ¡Esta pirata me tiene secuestrada! – Gritaba Margaret muy metida en su papel

Utilizábamos cualquier cosa para hacerlo pasar por barcos pirata. Un carreta, una vieja cesta, una caja de madera…

- ¡Yo te salvaré, amada mía! – Sabía que a Tommy le gustaba mucho Margaret, saltaba a la vista.
- ¡No permitiré que te la lleves sin más! ¡Ella es mi prisionera!


- ¡Maldita niña del demonio! – Los gritos de mi madre interrumpieron nuestros juegos - ¿Qué narices haces aquí?
- ¡Madre! Sólo estaba jugando un poco con mis amigos… - Sabía que me esperaba un castigo por mi desobediencia.



Me agarró de los pelos y me arrastró dirección a nuestra hogar. Lloraba suplicando perdón, pero mi madre no tenía compasión.

- ¡Madre, me hace daño! ¡No lo volveré a hacer más!
- ¡Estoy maldita con una hija como tú! Aprenderás a obedecer, ya lo verás – conocía aquella mirada maléfica, me esperaba una buena.

Tommy y Margaret fueron testigos de estas situaciones en muchas ocasiones. Intentaron intervenir, pero nada podían hacer contra la violencia de Caroline


A pesar de las pocas veces que mi padre nos visitaba, lo adoraba. Sus visitas se convertían para mi en una gran fiesta. Siempre me traía regalos que me entusiasmaban. Sabía de mi fascinación por los piratas y las aventuras así que me contaba sus experiencias más emocionantes. Mi madre se ocupaba de vender sus regalos e inculcarme que jamás sería una mujer pirata. En cuanto cumpliese unos años más, me llevaría con ella a la taberna.


En una ocasión la familia de Margaret se preocupó. Sus padres la dejaban todas las tardes en casa de su tía mientras ellos se ocupaban de sus negocios y asuntos familiares. Una tarde su padre se percató que no estaba en casa. La buscó hasta que la encontró jugando con nosotros en la calle.

- ¡Margaret! – Gritó sorprendido - ¿Qué haces aquí? ¡Este lugar es peligroso!

Era un hombre muy gracioso. Su barba larga y ancha, su enorme barriga, sus grandes gafas y su elegante forma de vestir me hicieron mucha gracia.

- ¡Padre! Estoy jugando con unos amigos, Diana y Tommy – dijo sonriente.
- Si tu madre se entera que te escapas para venir a jugar aquí, te castigará – le recordó.
- No le digas nada, padre…es que en casa de tía Augustine me aburro mucho. Siempre se queda dormida. Ellos no son malos, padre. Son mis amigos.


- Encantado de conoceros. Me llamo Charlie, soy el padre de Margaret. ¿Vivís por aquí? – Nos preguntó curioso.
- Yo vivo en la calle, señor. – Contestó Tommy sonriente – A veces me refugio junto a otros niños en una casa abandonada cerca de aquí.
- ¿No tienes padres? – Al padre de Margaret pareció afectarle su situación.
- No señor. Mis padres me abandonaron hace muchos años.
- ¿Y tú?
- Yo vivo con mi madre muy cerca de aquí – le contesté. No podía dejar de mirar su extensa barba marrón.
- Si mi hija juega con vosotros es porque sois buenos chicos. Tomad, una moneda para cada uno – cuando nos entregó aquellas brillantes monedas, saltamos de alegría.
- ¡Muchas gracias señor! – Estaba feliz. Pensé en comprarme una muñeca igual a la que tenía Margaret.


- Vamos hija mía, regresemos a casa que ya es tarde. Ha sido un placer, Diana y Tommy.
- ¡Hasta mañana! – Margaret parecía estar contenta. Su padre me pareció un ángel.
- Voy a comprar comida, ¡mucha comida! – exclamó Tommy feliz.
- Yo quiero una muñeca como Cleopatra, ¡por fin tendré una!

Mi madre había presenciado lo ocurrido.  Descubrir que Margaret pertenecía a una familia adinerada puso en marcha un plan para sacar tajada de la situación. Claro está, se quedó con mi moneda para gastárselo en sus vicios.




Más de una vez Margaret nos invitó a su casa sin el permiso de sus padres. Siempre entrábamos sin ser vistos y jugábamos en su alcoba con todos sus juguetes. Tommy y yo la envidábamos. Vivía en una enorme mansión con toda clase de lujos y comodidades. Ella se quejaba de la poca libertad que tenía y lo estrictos que eran sus padres, pero a nosotros su vida nos parecía un sueño inalcanzable.

- Cuando sea mayor heredaré esta mansión , todas las propiedades de mis padres y el negocio familiar. Cuando sea libre para decidir, os vendréis a vivir conmigo. Podremos jugar todo el tiempo que nos dé la gana – nos prometió convencida.
- No permitiremos la entrada a mi madre. Ya no podría ponerme la mano encima nunca más – dije con los ojos llorosos – Tommy ya no tendrá que vivir en la calle, pasando frío.


- Siempre seremos amigos, no lo olvidéis nunca. Cuando me necesitéis, aquí estaré. Si algún día estáis en apuros, no dudéis en pedirme ayuda. Para eso están los amigos. Solo tenéis que esperar a que sea mayor de edad, entonces os vendréis a vivir conmigo.
- Eres muy buena, Margaret – dijo Tommy feliz.
- Si pudiese, vendríais a vivir ahora mismo conmigo. No soporto que tu madre te maltrate…ni que tú vivas en la calle – las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
- ¡No estemos tristes! ¡Vamos a jugar! – Dije tirando todos los juguetes al suelo. Los tres reímos felices viviendo cada segundo juntos. 


Una tarde en la que jugábamos los tres juntos en la calle, mi madre nos acechaba junto a su nuevo novio al que le llamaban “El Pulgas”. Su plan consistía en secuestra a Margaret y pedir un rescate.



Nos sorprendieron en mitad de nuestros juegos. Caroline agarró a Margaret y la metió en un saco. Ella gritaba confundida y espantada. No podía creer lo que estaba viendo. Mi propia madre estaba secuestrando a mi mejor amiga. Quise impedirlo, pero El Pulgas se interpuso en mi camino.

- ¡Ayúdame Diana!
- ¡Suéltala, madre! – Grité enfurecida. 



El pulgas me agarró del cuello y me elevó en el aire. Me estaba ahogando. Movía mis brazos y mis piernas intentando asestarle un golpe, pero era incapaz.

- Maldita niña, no te interpongas en nuestro camino – me amenazó mientras apretaba con más fuerza mi cuello.


Tommy le asestó un buen golpe y El Pulgas  me soltó entre maldiciones y gritos de dolor. Caí al suelo respirando aire desesperada. Tommy siguió golpeando a El Pulgas con todas sus fuerzas, pero todos sus golpes ya no surtían efecto. Sacó un puñal de su bolsillo y se lo clavó en el pecho.

- ¡Tommy! – Grité al ver el puñal ensangrentado - ¡Lo has matado! ¡Asesinoo!


Corrí hacia él y le golpeé con mis puños.  El se reía ante mi desesperado intento de vengar su muerte. Me agarró y me abofeteó dejándome aturdida. No podía dejar de llorar por TommyMargaret.

- ¡Deja de molestar o correrás el mismo destino! 


El padre de Margaret frustró el secuestro. Mi madre vio asustada como el señor Charlie se dirigía hacia ella dispuesto a rescatar a su hija.

- ¡Nos han pillado, Caroline! ¡Tenemos que salir de aquí!
- ¡Margaret! ¡Alto ahí, esa es mi hija! – Charlie estaba decidido a dar la vida por su hija.
- ¡Vayámonos de aquí! – Ordenó mi madre.


Eran capaces de enfrentarse a unos niños pero no a un click adulto. Margaret suponía un peso muerto así que la abandonaron. Corrieron como alma que lleva el diablo. El Pulgas me agarró en brazos y aunque intenté resistirme, me llevaron con ellos.

- ¡Diana! ¡Padre, se la llevan! – Margaret lloraba intensamente. Había visto morir a su mejor amigo y ahora su mejor amiga estaba en manos de dos lunáticos sin corazón.
- ¡Margareet! – Alargué mi brazo hacia ella pero pronto nos alejamos de aquel lugar.

Pude ver como su padre le abrazaba e intentaba consolarla con el corazón en un puño.Después salieron corriendo pidiendo un médico a gritos.




Nos refugiamos en casa, esperando que pasase la tormenta. Aquella noche no podía dejar de llorar. Tommy estaba muerto y me costaba aceptar esa realidad. Lo echaba de menos. Tenía asumido que jamás volvería a ver a Margaret, sus padres no se lo permitirían. Por suerte, pude recuperar a Cleopatra. Margaret se la dejó olvidada tirada en la calle. También recuperé la espada de madera de Tommy. Eran mis dos tesoros y los guardaría conmigo para siempre. Acostada sobre un montón de paja, mis ansias de venganza aumentaban por momentos. Mi madre y su novio dormían en una cómoda cama. Se habían emborrachado hasta quedarse dormidos.


Allí acostado estaba el asesino de Tommy. El Pulgas le había asesinado sin piedad, riéndose sin ningún tipo de remordimiento. “Le he hecho un favor, Diana. Llevaba una vida miserable y pasaba hambre y frío. Su existencia no tenía ningún sentido “. Esa fue su justificación ante mis miradas impregnadas de odio.

- Pagarás por la muerte de Tommy, rata inmunda – dije susurrando. 


No fue difícil hacerme con su puñal, estaba tan borracho que ni un terremoto le haría despertar. Su risa cuando el cuerpo de Tommy cayó al suelo se repetía en mi cabeza una y otra vez. Me tiré sobre él clavándole el puñal una y otra vez. Pensé que me sentiría victoriosa, feliz por vengarme, pero ocurrió todo lo contrario. Me sentía mal, muy mal. Mi madre despertó sobresaltada y gritó aterrada cuando descubrió el cuerpo sin vida de su amante. Vio el puñal en mis manos y enloqueció.

- ¡Amor mío! ¡No, por favor! ¡Despierta! – Meneaba su cuerpo intentando hacerle despertar – Tú lo has matado, ¡lo has matado!



Me quitó el puñal y me golpeó. Caí al suelo sollozando. Ya nada me importaba, ni la misma muerte.

- ¡Tenerte fue un error! Niña desagradecida, ¡te he dado un techo! Debes morir, ¡has matado al amor de mi vida!  – Alzó el puñal amenazante y supe que pretendía asesinarme.


- Suelta ese puñal, mujer – Era su voz, la voz más maravillosa del mundo. Mi padre estaba allí con nosotras, amenazando a mi madre con su imponente espada – Un movimiento en falso y morirás.
- ¡Padre! ¡Ten cuidado, madre es mala! Me dijo que te mataría, ¡no quiero que mueras! – La sola idea de perder a mi padre me hacía enloquecer. 


- Hija mía, ven conmigo. Ponte tras de mí – obedecí sin pensármelo dos veces.
- Amor…no te enfades…no pretendía hacerle ningún daño. Ha asesinado a ese hombre a sangre fría, ¿no lo ves? – le preguntó señalando el cadáver de El Pulgas.
- ¡Él mató a Tommy! Intentó matarme pero Tommy se lo impidió. ¡Él se reía como si su muerte fuese una broma! – Me agarré de la pierna de mi padre llorando.
- ¿A Tommy? Ese era tu mejor amigo. ¿Es eso cierto, Caroline?
- Era solo un vagabundo… ¿Tan importante es?
- También era el mejor amigo de Diana, ¿lo has olvidado? ¿Qué hace ese hombre en la cama?
- No tenía a dónde ir y le dejé dormir en la cama. Yo dormía con Diana cuando de repente…
- ¡Mentira! Era su novio, padre. Cada semana trae uno distinto…y me pega, padre…me maltrata y me obliga a pedir en la calle…
- ¡Maldita mentirosa! Espera que te coja, tu padre no estará siempre aquí para protegerte – Volvía a mirarme con esos ojos maléficos que tanto miedo me daban.
- Escuché cómo decías que había matado al amor de tu vida. Eres indigna de ser madre, de tener una hija como Diana. No me arrepiento de haberte conocido, ya que soy padre de una preciosa niña, pero te repudio. No volverás a ponerle la mano encima a nuestra hija.
- Amor mío, no te alteres más. Es una niña mentirosa, con mucha imaginación. Pretende ponerte en mi contra, ¿no te das cuenta?
- ¡Calla víbora! Tu lengua es venenosa. No volverás a ver a nuestra hija nunca más. Se vendrá conmigo.

Al escuchar aquellas palabras lloré con más intensidad abrazada a mi padre.

- Tranquilízate hija, te vendrás conmigo. Nadie volverá a hacerte daño, te lo prometo – me dijo acariciándome el pelo.


Caroline se lanzó a los pies de mi padre suplicante.

- Te lo ruego, llévame contigo. Prometo ser una madre ejemplar, amor mío – le besó las botas esperando que su humillación surtiese efecto.
- Levántate, Caroline – recé para que mi padre no se dejara encatusar por sus mentiras. Si mi madre se venía con nosotros, seguiría sufriendo sus maltratos – Has perdido tu oportunidad de ser una buena madre. Te perdono la vida por respeto a mi hija, nada más. 


Mi padre me tomó en brazos y salimos de aquella espantosa casa. Mi madre nos seguía con ojos suplicantes y pidiendo perdón una y otra vez.

- No puedes dejarme, ¡por favor! Perdóname, dame otra oportunidad. Te quiero, no puedo vivir sin ti, te lo ruego. ¡Haré todo lo que quieras!
- No volverás a ver a tu hija nunca más, ¿eso no te entristece?

Cuando subimos al Fantasía, mi corazón dio un brinco. Aquel enorme barco era más bonito que en mis más dulces sueños. Diversos piratas se preparaban para desembarcar. Caroline nos observaba desde el puerto, ahora con odio en sus ojos. Mi padre me abrazaba fuerte mientras me acariciaba suavemente.

- Diana, hija mía. No llores más. Ahora serás la capitana de este barco y viviremos juntos muchas aventuras. Siento la muerte de Tommy, pero siempre vivirá en tu corazón, hija mía.



El barco se alejó de aquel puerto y nunca más volví a ver a mi madre.  Junto a mi padre superé aquellos terroríficos momentos. Viajamos mucho y descubrí animales y seres extraños que nunca había visto. Era la niña mimada de aquel barco y todos los piratas me trataban con cordialidad, en especial Piff. Adoraba el viento fresco en la cara, las olas azotando el casco del barco, las intensas tormentas, las islas paradisíacas. Me sentía como una Princesa en su castillo.




A veces temía que mi madre apareciese en la oscuridad de la noche, dispuesta a vengarse por la muerte de El Pulgas, pero poco a poco aquellas pesadillas y miedos desaparecieron. Jamás me olvidé de Tommy y Margaret, imaginando lo bien que nos lo pasaríamos los tres juntos jugando en el Fantasía. Mi vida cambió para siempre y me convertí en lo que siempre quise ser, pirata. 


Continuará...

3 comentarios:

  1. Puede que para ti sea una historia conocida y simple: pero no lo es, el argumento tiene todos los ingredientes de una buena novela, empezando por la perplejidad que supone encontrar en nuestro tiempo a una mujer secuestrada que resulta ser una pirata de hace siglos... seguro que más adelante nos enteraremos de cómo es esto posible. Luego, con muy pocos personajes, haces un relato lleno de fuerza, el cariño que siento por esos niños es enorme, ¡qué tiernos son los momentos en que comparten juegos! Me he acordado de Pippi Calzaslargas, que también vivía sola esperando a su papá pirata, pero no hay comparación, prefiero tu relato. Además, los encuadres de las fotos son geniales, sugieren escenarios enormes, la foto con la ballena sumergida es de antología, por citar solo una. La historia de Diana promete ser muy interesante, ¿volverá a ver a Margaret? ¿llevará siempre a Tommy en el corazón? ¿cómo le irá de pirata? Una vez más, has dado por completo en el clavo.

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  2. Me he quedado impresionada con la lectura del primer capítulo de esta historia. Hacía mucho que habíamos hablado de esta historia tan especial. Incluso me enseñaste las fotos. Pero ha conseguido superar todas mis expectativas el texto. Eres un gran escritor. La historia de Diana es conmovedora y desde el primer momento el lector conecta con el personaje. Ha sido un gran acierto contarla y publicarla. Estoy deseando saber qué pasará en el futuro. Sin duda, a Diana aún le quedan muchas aventuras por vivir. Gracias por compartir esta historia con nosotros.

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  3. Se nota que escribes esta historia con palabras que te salen directamente del corazón, pues está majestuosamente escrita y cada palabra está impregnada de sentimiento y nostalgia. De veras, me has cautivado desde el primer momento. Logras plasmar todo tipo de sentimientos a través de las palabras: me has conmovido, me has hecho sentir rabia, melancolía, miedo, impotencia y felicidad. Es una historia muy emocionante contada con gran maestría. De veras, tanto las fotos como el texto son verdaderamente buenos, está todo perfectamente contado con detalles imprescindibles. ¡Me tienes enganchada! Desde el primer momento supe que Caroline no era de confiar. Pensaba que, al haberse enamorado del capitán Pain, podía tener un buen corazón, pero ocurre todo lo contrario. Es la peor madre del mundo y el capitán Pain, el mejor padre. Me alegro muchísimo de que al fin se la haya llevado con él; pero me da muchísima pena Tommy. No se merecía morir así y Margaret tampoco se merecía pasar por ese mal trago. Espero que dentro de poco ella y Diana puedan reencontrarse. Gracias por compartir con nosotros la historia de tus clicks de la infancia. Estoy totalmente segura de que nos harás pasar momentos inolvidables cargados de sentimiento. De nuevo te felicito por cómo la has escrito y representado. Cada palabra parece escogida a la perfección para que se nos adentren todas en el alma y remuevan nuestros sentimientos. Enhorabuena.

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