martes, 31 de julio de 2012

Torast y Jamillia: El planeta Tierra

La invasión ya era un hecho. Las tropas enemigas habían conseguido penetrar en B-Mode 140 y derrotar a los soldados que defendían el planeta, su hogar. Aunque la Reina Kawlet había intentado llegar a un acuerdo con sus enemigos para evitar muertes innecesarias, sus negociaciones nunca dieron fruto. El Líder supremo del Planeta Quintism solo deseaba hacerse con el control de B-Mode 140 para explotarlo y extraer todas las piedras Vita. Para ello, mataría a todos los habitantes del planeta si era necesario.

La Reina había sido capturada y su hijo, el Príncipe Torast, heredero de la corona también. Torast se había enamorado de una Qenq, del Planeta Dürma. La Reina nunca vio con buenos ojos esa relación ya que estaba considerado indigno y antinatural que los habitantes del planeta B-Mode y Dürma se enamoraran.
Pero ahí estaba ella. Jamillia estaba decidida a salvar la vida de Torast, porque lo amaba. A pesar de las duras críticas que recibió por enamorarse de él, su amor siempre fue en aumento. Sabía que la Reina no la aceptaría nunca, pero eso nunca fue un impedimento para ella.
Sabía que habían apresado a Torast cuando se disponía a preparar su nave para escapar junto a ella. Con sigilo fue a comprobar si su amado se encontraba allí. Tenía que encontrarle y escapar con él de allí cuanto antes o morirían. El Líder supremo de Quintism disfrutaría torturándoles hasta la muerte.
Gran parte de la victoria se debía a 
Kuchert, el comandante en jefe del bando enemigo. Además de ganar, le ofrecería al Líder supremo al Príncipe Torast con vida, para que lo torturase. Estaba claro que sabría agradecerle la captura con suculentas recompensas y seguramente recibiría una medalla.





Pero Jamillia se adelantó y consiguió liberar al Príncipe Torast.  Descubrieron que le faltaba una piedra Vita para que la nave funcionase. Estas piedras tenían un gran valor en B-Mode 140, Dürma y más planetas. Estas poderosas piedras eran una fuente de energía muy poderosa e infinita. Con ella, no necesitaban combustible de ninguna clase. Las piedras Vita se usaban para hacer funcionar todo tipo de transportes, armas y tecnología. Por ellas habían estallado guerras, y esta con el planeta Dürma, era la última. Así que fueron a buscar unas cuantas.





El comandante en jefe Kuchert los descubrió. Quiso evitar que escaparan con la ayuda de un RK-51. Disponía de miles de estos seres entre sus tropas, famosos por su ferocidad. Jamillia y Torast consiguieron escapar, así que Kuchert mandó a RK-51 que fuese tras ellos.




Su destino era Lunae. Un planeta habitado por seres de la resistencia. Allí podrían estar tranquilos y reunirse con sus amigos. Pero RK-51 los alcanzó y consiguió que se estrellaran.




Fueron a parar a la Tierra. Aunque era un planeta prohibido y protegido por las leyes intergalácticas, no pudieron hacer nada para evitar estrellarse. Tras un enfrentamiento con RK-51, los tres cayeron dormidos al suelo a causa un arma, que dejaba al enemigo dormido por tiempo indefinido si no se pulsaba un botón en la misma arma. Una humana llamada Tuya los encontró. Se pensó que eran tres Dioses y la piedra Vita un regalo. Lo que ella no sabía es que los efectos de esa piedra en los clicks terrestres eran terribles. Su poder influenciaba de tal forma, que los convertía en seres crueles y malvados. 






Pasados muchos años, gracias a unos humanos, consiguieron despertar del sueño eterno. Con su ayuda, acabaron con RK-51 y recuperaron la piedra Vita. Agradecieron su ayuda y se despidieron. Ahora debían regresar a Lunae. Habían pasado muchos años durmiendo, y aunque para ellos no pasaba el tiempo de la misma forma que para los terrícolas, estaban ansiosos por descubrir cuales habían sido los últimos acontecimientos en sus planetas y que suerte habían corrido sus amigos.


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