viernes, 15 de abril de 2016

Viaje de novios - Primera parte


No me lo podía creer. Me había casado con John. No había sido la boda de mis sueños, pues siempre me la imaginé por todo lo alto, pero no podía quejarme. Los pocos seres queridos que tengo acudieron a la boda y todo salió a pedir de boca. El único inconveniente fue la aparición repentina de mi padre. Ese señor al que odiaba me daría problemas si no me andaba con cuidado. Además, mi querida suegra no había acudido a la boda. Estaba en desacuerdo con la unión entre su hijo y yo. No me podría haber salido mejor. 


Al día siguiente de nuestro enlace, nos íbamos de luna de miel. Yo había metido todos mis vestidos y complementos, que no eran demasiados. John se apañaba con poca cosa. Me sorprendió que tuviese que ser yo la que se encargase de hacer las maletas. Pensaba que John al menos decidiría que ropa llevarse, pero todo me lo dejó a mi cargo. Eso me agobió un poco, pero hice de tripas corazón.

Mientras hacía las maletas, John jugaba con Walter. Los dos reían tumbados sobre la cama. He de reconocer que me emociono al verlos juntos. Miedo me da que John se entere de que Walter no es nuestro hijo. Nuestro bebé murió cuando di a luz...y lo enterraron en un lugar solitario y oscuro. Mejor no hablar de estas cosas que me desanimo.


Sabrina: Ay, no he metido corbatas en la maleta.
John: ¡Bah! No pienso ponerme corbata. En isla Fortuna hace mucho calor y la corbata me sobra. 
Sabrina: Ah, vale.
John: ¿Quién es mi campeón? Tú, mi pequeño Walter.


Me encantaba cuando John me idolatraba. Me hacía sentir única, la clack más especial del mundo. 

John: Estás preciosa, mi niña. No puedo creer que seas mi mujer.
Sabrina: Gracias, mi amor. Pues iré así, en plan elegante. ¿Tú irás en chándal? 
John: Sí, quiero estar cómodo. 


Llamaron a la puerta. Abrimos esperando encontrar a mi hermana. Habíamos quedado con ella para que cuidase a los perros y a Walter. Cual fue mi sorpresa cuando descubrí que se trataba de la madre de John. Pensaba que nos habíamos librado definitivamente de ella. Llevaba un enorme regalo y cara de cordero degollado. "Viene a fastidiarme el viaje de novios" pensé. Miré la caja con recelo. "No me extrañaría que fuese una bomba".

John: ¡Mamá!

Cloti: Siento importunaros precisamente hoy, pero necesito hablar con vosotros.

Se puso a llorar y no sentí la menor lástima. "Está fingiendo, a mi no me engaña".

John: Por favor, pasa.

Me dio un poco de rabia la actitud de John. No había contado con mi opinión para dejarle entrar en casa.

Sabrina: Si, pasa...


Cloti: Siento no haber acudido a la boda...fui una estúpida. Me daba miedo perderte, hijo mío. Aunque sé que ahora Sabrina está reinsertada en la sociedad...entiende que me preocupase por tu felicidad. Ahora comprendo que no me comporté bien...y que fue un gran error no estar en el día de tu boda...lo siento.
John: Mamá...no pasa nada. Me habría gustado tenerte a mi lado ese día, pero ahora estás aquí, es lo que importa.
Sabrina: Sí...es lo que importa...


Cloti: Oh, no quiero robaros mucho tiempo. Por favor, aceptad este regalito. No es mucho, pero os lo hago con todo el amor del mundo.

Me aparté un poco cuando John abrió la caja. En su interior había un sobre y una carta. John se puso a leer en voz alta.

John: "John, te quiero más que a nada en este mundo. Significas todo para mi y tu felicidad es mi prioridad. Espero que puedas perdonar mi ausencia en el día de tu boda, no he sabido estar a la altura. Sabrina, hemos empezado nuestra relación con mal pie, pero quiero que eso cambie. A partir de ahora serás una hija para mi si tú quieres. Además, Walter se merece una abuela y quiero estar presente en su vida. Aceptad mis disculpas y este regalo de bodas para daros un capricho. Son mil cleuros, ahorrados con mucho esfuerzo. Os quiero". 
John: Mamá, son muchos cleuros....
Cloti: Son vuestros. Es lo menos que puedo hacer por vosotros.


John: ¡Mamá!

Se abrazó a su madre con los ojos llorosos. Yo observaba la escena fascinada. Esa bruja sabía que teclas tocar para enternecer a su hijo.

Cloti: Te quiero, hijo mío.


Me acerqué a ella para abrazarla, suponía que era eso lo que se esperaba de mi. Saqué mi faceta de actriz y sonreí con gran esfuerzo.

Sabrina: Muchas gracias, Clotilde. Ese dinero nos vendrá de perlas.
Cloti: Aunque...hay algo que me gustaría pediros. 
John: Dime, mamá.

"Ajá, sabía que había truco", pensé enfurecida. No me fiaba de ella lo más mínimo.

Cloti: Siempre he deseado ser abuela. Ahora que tengo la oportunidad, que os he pedido perdón...os ruego que me dejéis cuidar de Walter estos días. Quizás no os fiéis de mi, después de lo mal que me he portado...Cuidaría de él, os lo prometo. Aunque comprendo que no os guste la idea...

John me miró suplicando. Descubrí que su discurso me había afectado. Quizás aquella mujer orgullosa con la que había chocado tantas veces, mereciese una segunda oportunidad. Sabía que Walter estaría muy bien con ella y que Donna comprendería que su abuela tenía preferencia.


Sabrina: Por supuesto. Será para nosotros un placer que cuide de Walter estos días.
Cloti: ¿De verdad? ¡Oh, muchas gracias!


Agarró a Walter y lo acunó en sus brazos. John parecía estallar de felicidad y para que os voy a engañar, yo también estaba emocionada con la escena.

Cloti: Mi niño, ya verás lo bien que lo vamos a pasar. Será chupi guay del paraguay.


Donna: ¡Hola! ¿Se puede?
Rita: ¡Guau guau guau!
Rex: ¡Guuauuu!
Elvis: Grrpuf.


Sabrina: ¡Hermanita!
Donna: ¡Sabri! ¡Pero que guapa estás!
Sabrina: Muchas gracias. Tengo muchas ganas de largarme. Estos días nos vendrán muy bien.
Donna: No te preocupes por Walter y los perros, estarán bien conmigo. 


Sabrina: Ay, sobre eso tenemos que hablar. Finalmente Walter se quedará con Clotilde.

Conocía a mi hermana lo suficiente para saber que la noticia le había desanimado. Le hacía ilusión cuidar de su sobrino. Al ver a Cloti y caer en la cuenta que habíamos hecho las paces, se le pasó el disgusto.

Cloti: Espero no te importe, Donna. Si quieres iremos a verte o puedes venir a casa para verlo.
Donna: Al contrario, me alegra por vosotros. Sí, me pasaré a ver al pequeñajo. Bueno, me llevo a los perritos que tengo a alguien que me está esperando fuera.


Cuando salimos, vi a Boby esperando apoyado en un árbol. A mi me caía mal. No me gustaba para mi hermana. Primero por su aspecto físico, gordo y con esa ropa tan basta y segundo por su actitud tan autoritaria en el pantano (es el guarda del pantano). 

Donna: Es que he venido con Boby. No quería entrar, es muy vergonzoso y le daba cosa molestar. Es tan mono.
Sabrina: Sí, es como un mono...¿Te gusta?


Donna: Ay hermanita, me gusta mucho. Creo que nunca he sentido nada igual por otro click. 
Sabrina: Está gordo...
Donna: ¿Y? No me seas superficial. Además, eso a mi me da igual. Me atrae, me parece atractivo y esos kilitos le sientan de maravilla.
Sabrina: Para gustos, colores...


Donna: Boby, te presento a mi hermana.
Boby: La conozco. Nos hemos visto en el pantano alguna vez. Es un placer saludarte, Sabrina. Enhorabuena, me ha dicho Donna que te has casado.
Sabrina: Así es, muchas gracias. Boby...

Me acerqué a su oído y le susurré suavemente...

Sabrina: Como le hagas daño a mi hermana te mando de una patada al pantano. ¿Lo has entendido?
Boby: Si, por supuesto...puedes estar tranquila.
Sabrina: Ha sido un placer saludarte. Cuida de mi hermanita. 
Boby: Lo haré, descuida. 


Mi hermana y Boby se marcharon con los perros. Mi hermana sonreía radiante y parecía feliz, por lo que Boby me empezó a caer mejor. Además, era verdad que tenía un sex-appeal especial. 


Finalmente me despedí de mi Walter. Aquello me rompía el alma. Era la primera vez que me separaría de él desde que me hice cargo. Le di un dulce beso y lo abracé. 


Cloti se marchó empujando el carrito. Mientras se alejaban, escuchamos como susurraba algo a Walter, pero no logramos entender sus palabras.

Cloti: Nos vamos directos a la clínica, pequeño. Con una prueba de ADN sabremos si eres mi nieto o es otra falsa de esa p...de tu madre. 


Mientras nos alejamos de nuestro hogar dirección al aeropuerto, tuve la sensación de que alguien nos espiaba. No quería que nada interrumpiese mi felicidad, así que no hice caso.


Dakota: Aquí es dónde vives, pequeña mentirosa. Buena choza. Mi Walter vive por todo lo alto, eso lo tengo que reconocer. Es hora de sacar tajada de todo esto. Estoy tiesa y necesito pasta gansa. 



Después de coger un avión y aterrizar en isla Fortuna, un autocar del hotel nos recogió en el aeropuerto junto a otros huéspedes. La experiencia me pareció maravillosa. Nunca había viajado en esas condiciones. John estuvo todo el tiempo pendiente de mi. Estaba viviendo un sueño. Cuando llegamos al hotel, los ojos se me abrieron como platos. Era un lugar paradisíaco con playas de aguas cristalinas. El hotel era precioso y con un servicio excelente. 

Sabrina: ¡Es impresionante! Yo he nacido para vivir así.
John: Te gusta, ¿verdad? Lo vamos a pasar muy bien. 



Un botones se encargó de las maletas. Eso me gustó, no tenía que hacer el más mínimo esfuerzo. Las subía a un carrito para transportarlas. 

Sabrina: ¡Esto es divino!


No podía creer que me fuese a hospedar en un hotel tan bonito. Salté emocionada y John me abrazaba entusiasmado al verme tan feliz. Un pareja se puso a nuestro lado y también parecía estar muy contenta. Por lo que vi, también estaban de luna de miel.

Sabrina: John, es precioso.
Minerva: ¡Mira Pichoncito!Es más bonito que en las fotos.
Fran: Lo sé, lucero mío. Ponte, que te hago una foto.


Sabrina: Uy, ¿que hace esa gente?
John: Son actividades que organiza el hotel. Ahora se ve que la monitora les está enseñando a bailar.
Sabrina: Ahhh...
John: Vamos a verlo más de cerca.


La monitora se movía con gran agilidad mientras que los niños lo hacían todo lo bien que podían.

"Dale a tu cuerpo alegría Macarena
que tu cuerpo es pa´darle alegría y cosa buena
dale a tu cuerpo alegría Macarena
eeeeh Macarena...aaahe!"

Sentí unas profundas ganas de potar ahí mismo. No podía sentir más repulsión por esa desagradable canción y sus autores.

Sabrina: Odio esa canción.
John: A mi me hace reír. ¡Jajajaja! Mira que el baile es ridículo.


Pronto perdí el interés. Un chico de unos veintipocos me observaba apoyado en el que parecía su coche. Era tremendamente guapo. Su piel estaba bronceada por el sol y lucía un bañador y una camiseta ajustada que marcaba todos sus increíbles músculos. Su pelo era rubio y largo y su sonrisa como en un anuncio de dentífrico.  No podía verle los ojos ya que tenía unas enormes gafas de sol oscuras que lo hacían todavía más interesante. Creí que me derretiría ahí mismo.

Sabrina: Wooow...

"Macarena sueña con el Corte Click
y se compra los modelos más modernos
le gustaría vivir en Nueva York
y ligarse un novio nuevo
aaehh!!"

John: Sí, lo hacen muy bien.
Sabrina: Impresionante...
John: Al final te gusta, ¿eh?

El chico me mandó un beso con sus carnosos labios y entonces reaccioné. Me giré de nuevo hacia el ridículo espectáculo y disimulé mi desagrado.

Sabrina: Sí, es genial...


Las playas eran maravillosas y las vistas impactantes. Sin duda aquello era un paraíso y deseaba quedarme a vivir allí para siempre.


Finalmente fuimos al hotel para que nos diesen la llave o tarjeta de la habitación. Cuando nos tocó, la recepcionista nos saludó con alegría. Era guapa, he de reconocerlo, pero...iba más pintada que una puerta. Mientras John se encargaba de dar los datos y de preguntar los horarios de las comidas y todas esas cosas, fui a ver un poco por encima las instalaciones.



Minerva: ¡Mira que postales tan bonitas, Pichoncito! Una para mi hermana, otra para mi hermano, otra para mis padres, otra para los tuyos, para los primos...

Pasé por la cocina y me rugieron las tripas. Tenía hambre. Las cocinera, una clack con rasgos asiáticos, estaba preparando unas hamburguesas y unas patatas fritas. Lo bueno de aquel hotel era que podías pedir que te preparasen lo que más te apeteciese. El comedor era amplio y muy limpio. Disponía de un gran bufete con deliciosos manjares.




Cuando regresé a recepción, John hablaba con esa pareja de recién casados que daba tanto la nota. Cuando me vio llegar, me los presentó.

John: Sabri, estos son Minerva y Fran. También están de luna de miel y justamente son de Wensuland.
Minerva: Bueno, vivo en Wensuland pero soy de Clisandia.

"Igual que Duclack" pensé. Eso me irritó todavía más. Minerva es una clack muy bella, extremadamente bella. Le hice la cruz en el acto.

Sabrina: Hola.
Fran: Hola, Sabrina. Nosotros queremos ir de excursión a la montaña de San Clackorino. Allí arriba dicen que las vistas son espectaculares y que el espíritu se renueva. 
Minerva: Iremos a la playa, al museo...¡Ah! Y a hacer actividades que el hotel prepara a los clientes.  Oye, ¡podríamos hacerlo todo juntos!
Sabrina: Pues es...


John: Muy buena idea. Así será más divertido.
Minerva: Oh, es una suerte haber coincidido con una pareja tan simpática como vosotros.
Sabrina: Bueno, nos vamos a la habitación.
Fran: Nosotros también.


Los plómez, así los bauticé. Eran unos auténticos pesados. No deseaba hacer ninguna de esas actividades. Mi plan ideal era descansar, ir a la playa y pasear, pero John y yo solos. Minerva se acercó a mi como si nos conociésemos de toda la vida. Fui seca y poco comunicativa, pero ella hablaba hasta por los codos contándome cosas que no me interesaban sobre su vida.

Minerva: ...y entonces la habitación más pequeña es ahora un despacho precioso para Pichoncito. Mi madre, que es una maniática del orden nos ayudó con la distribución de los muebles. Yo buscaba algo más bohemio, pero mi madre quería algo práctico. Fran se desentendió, dice que esto es cosa de mujeres. Yo creo que no, pero prefiero no discutir.

Deseaba deshacerme de ellos cuanto antes. Estaba a punto de estallar.


John: Es una preciosidad de cámara.
Fran: Es una máquina muy buena. La compré en oferta por Internet y no me arrepiento. 500 cleuros, pero bien invertidos. Tiene 25 megapíxeles, zoom óptico...


Cuando por fin los plómez se marcharon, el botones dejó las maletas en nuestra habitación. Me sonrió y se quedó ahí plantado, como esperando algo. Caí en la cuenta que me había mirado de una forma especial desde que bajé del bus. Era un chico guapo así que no lo quise disgustar.


Sabrina: Está bien, pero no te acostumbres.

Le guiñé un ojo y le mandé un besito. Le impresioné tanto que no supo reaccionar, no le culpo. Cerré la puerta antes de que se abalanzase sobre mi.


Me asomé al balcón y observé las maravillosas vistas. El aire era puro, revitalizaba los pulmones y la brisa del mar acariciaba mi piel. John me abrazó y juntos disfrutemos de aquel mágico momento. No podíamos ser más felices.


Continuará...

2 comentarios:

  1. Me encanta este capítulo. Para empezar la forma en que está narrado desde la perspectiva interior de Sabrina. Eso le da un punto de vista único y muy cómico a veces por la personalidad tan peculiar que tiene.
    La primera parte en la casa recogiendo la maletas y cuando llegan Clotilde y Donna ya me ha enganchado desde el primer momento. Cuando han abierto el regalo de la suegra, esperaba un jarrón horrible y que Sabrina se viera obligada a ponerlo en la casa. Pero ha sido muy astuta la madre de John se los ha camelado con los mil cleuros y se ha quedado con Walter, para hacerle las pruebas de ADN. ¡Madre la mía la que se va a liar! Y por otro lado la verdadera madre de Walter queriendo sacar tajada. ¡Esto dará para otra historia y eso me encanta!
    También me ha hecho gracia como le dice sin tapujos a Donna que su chico está gordo y al final acaba viendo el lado sexy de este. ¡Envidia en realidad de todo lo que no es suyo y más si se trata de Clicks!
    En cuanto a la segunda parte, ya en isla Fortuna, no tiene tampoco desperdicio. Entre los que bailan Clickarena y ese joven surfista que le manda un beso con esos labios carnosos y luego por otro lado los Plomez. Aquello es un paraíso para Sabrina pero lleno de tentaciones y de gente desquiciante capaz de sacar lo peor de ella. ¿Caerá en la tentación? ¿Qué pasará con la parejita amiga? La frase en la que Sabrina reconoce la premisa obligatoria en su código de conducta de ser extremedamemte bella una clack y odiarla irremediablemente como conde ocurrencia, refiriéndose a Minerva, me parece buenísima. También me hizo reír que se fije en el detalle de todo el maquillaje que lleva la recepcionista. Es en resumen un capitulazo que nos abre apetito para devorar los siguientes. Espero que no tardes mucho en ponerlos. ¡Enhorabuena por este!

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  2. Por fin he podido leerlo. Me han encantado todos los guiños que tiene este capítulo. Ya me extrañaba a mí que Clotilde fuese tan buena sin tener ninguna razón detrás que la impulsase a comportarse de ese modo. No puedo evitar que me alegre que vaya a hacerle las pruebas de ADN a Walter, pero lo que me preocupa es que no sé si sabrá que ni siquiera Sabrina es su madre. También me ha sorprendido mucho la aparición de Dacota. La creía una chica más legal y agradecida y no una aprovechada; aunque ya se sabe que en ese tipo de personas más vale no confiar porque mienten más que respiran. Vaya lástima. Me ha impactado que, como regalo de bodas, les dé a John y a Sabrina mil kleuros, ¡es mucho dinero!
    Luego la llegada al hotel me parece muy graciosa y no puedo evitar que me hagan reír Minerva y Fran, aunque sobre todo Minerva, mira que llamarle Pichoncito a su novio aún cuando habla con otra persona... Me hace mucha gracia la actitud de Sabrina ante ellos. Los bautiza como los plómez, jajajajaja, buen mote. Y luego no entiendo cómo es posible que, teniendo a un hombre tan maravilloso a su lado, aún se fije en otros chicos, si es que no escarmienta.
    Además las fotos son preciosas. ¡Estoy deseando saber qué pasa!
    ¡Voy a leerme el segundo capítulo!

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