miércoles, 27 de abril de 2016

Viaje de novios - Tercera parte

Sabrina estaba agotada. Hacía mucho tiempo que no nadaba y la carrera con Minerva había absorbido todas sus fuerzas. Se tumbó en la cama con unas ganas locas de dormir. John deseaba hacer muchas cosas con ella, pero la dejó dormir un par de horas mientras le preparaba una sorpresa.

John: Sabrina, ¿estás despierta?
Sabrina: No.

No me apetecía moverme de la cama. Maldecía la hora en la que me puse a nadar como una loca. "Esto me pasa por tonta" me decía arrepentida.

John: ¿Me contestas en sueños? Venga, que es hora de cenar.
Sabrina: No tengo fuerzas para bajar al comedor...


Me agarró de las manos y tiró de mi para que me levantase. Me resistí, pero John era mucho más fuerte que yo.

John: Venga, que tengo una sorpresa para ti.
Sabrina: ¿Una sorpresa?

Mi mente comenzó a trabajar imaginando todas las posibilidades. Una joya, deseaba lucir una buena joya y restregársela a Sus por la cara. También podría ser un vestido. Sí, un nuevo vestido para lucirlo y ser la envidia de todas las clacks.


Me llevó hasta el balcón y me desveló la sorpresa. Había subido la cena y preparado una mesa para los dos. Aunque al principio me desilusioné, en seguida me entraron unas terribles ganas de comer. Unos enormes Frankfurt, patatas fritas con su ketchup y una botella de champagne.  

John: ¡Tachán! Sabía que no te apetecería bajar al restaurante. He pedido que nos preparen todo esto, sé que te apetecía mucho.
Sabrina: Mi amor, me conoces muy bien.


Nos sentamos a devorar la cena. Con cada bocado sentía que las agujetas y el cansancio desaparecían. 

John: ¿Te gusta?
Sabrina: Mgcho. Pegdón.

Sí, no soy una señorita de la alta sociedad. A veces hablo con la boca llena, ¿qué pasa?

John: Me lo estoy pasando muy bien. ¿Y tú?
Sabrina: Yo también. Firmaría por vivir aquí para siempre. Estas patatas están deliciosas.
John: Son deluxe. 
Sabrina: ¿Y eso que significa?
John: No lo sé, eso me ha dicho la cocinera. 


Sabrina: Pues están que te cagas de buenas.
John: ¡Sabrina!
Sabrina: Ay, perdona cari...es que es verdad, están muy ricas.
John: Por cierto, he visto a Minerva y Fran en el restaurante. Nos estaban esperando para cenar juntos.
Sabrina: ¡Pero que pesados! Menos mal que cenamos aquí.
John: Son buena gente, cariño. Es verdad que son algo pesados, pero...
Sabrina: No digo lo contrario, pero no he venido a pasar la luna de miel con ellos. Me cansan.
John: Pues...he quedado ahora con ellos.
Sabrina: ¿Ahora?
John: Sí. Son las fiestas de isla Fortuna, y han montado una feria impresionante no muy lejos de aquí. Hemos quedado con ellos para ir juntos.
Sabrina: ¡Una feria! Podríamos comprar churros y una manzana de esas con caramelo...Vale, aunque estén ellos me apetece ir.


Cuando terminaron de cenar se arreglaron para ir a la feria. No habían reparado en gastos y disponía de todas las atracciones que uno pudiese desear. Había muchísima gente, sobretodo clickitos. El tiovivo, las naves giratorias,...



Había puestos de comida en los que te vendían patatas fritas, hamburguesas, salchichas, bocadillos, bebidas...Unos simpáticos payasos vendían globos con divertidas formas. 







La atracción estrella era la noria en la que se formaban largas colas para subir. Sus luces atraían muchos clientes y se veían desde varios kilómetros a la redonda.






La feria también contaba con puestos de venta de dulces y todo tipo de golosinas. El olor era tan agradable que se hacía casi imposible pasar sin comprar nada.



Sí, este click tan bien arreglado es Juan José. Estaba esperando a Sabrina. Sabía que era un lugar de obligada visita y que seguramente aparecería en cualquier momento. Se quería dejar ver. Intentaba seducirla y no era un click que se diese por vencido a la primera negativa. 



Minerva: ¡Cuantas atracciones!

El ambiente era muy alegre. Todo el mundo sonreía. Las luces, los sonidos, la música...sin duda alguna, estábamos en una feria en toda regla. Estaba entusiasmada. Nunca había sido de montarme en las atracciones, pero me gustaba el ambiente.


Minerva: ¡Montemos en el tiovivo! 
Fran: Cariñito, yo no quiero...me da un poco de vergüenza.
Minerva: ¡Sabri, monta conmigo!
Sabrina: Es que no soy de montar en las atracciones. Me da...
Minerva: ¿Miedo?
Sabrina: ¿Yo, miedo? Venga, que me monto contigo.


Cuando el tiovivo comenzó a moverse, sentí en la garganta las patatas de la cena. Se movía muy rápido y temía que fallase la barra de seguridad. Cerré los ojos muy asustada y mareada. 

Minerva: ¡Yupiii! ¡Sabrina, suéltate de la barra y levanta los brazos!
Sabrina: ¡Y un cuerno!
John: ¡Sabrinaaa! ¡Holaaa!
Fran: ¡Cariño!
John: ¡Pichoncito!


Cuando aquello se paró me sentí muy aliviada. Todo me daba vueltas y no me atrevía a ponerme en pie. Minerva sin embargo se levantó sin problemas.


Hice un esfuerzo y me levanté. Al llegar a John me agarré a él para no caerme al suelo. Estaba realmente mareada.

John: ¡Sabrina!
Sabrina: Ay...pufff.
Minerva: ¡Te has mareado! Y eso que esta es la atracción más tranquila de la feria.
Sabrina: ¡Iba demasiado deprisa!
Minerva: Pues yo sentía que iba muy lenta...


Por suerte el mareo se me pasó en unos minutos. Me sentí mucho mejor y ya podía caminar sola.

John: ¿Estás bien?
Sabrina: Sí, ya estoy bien. 
Minerva: ¡Un puesto de dulces! Vamos, que quiero darme un capricho.


En ese momento vi a Juan José. Estaba muy guapo, con una camisa lila ajustada y unos pantalones blancos muy elegantes. Estaba tan guapo que por un momento me olvidé de John y de dónde estaba. Él me miró sonriente y se pasó un dedo por sus labios.

Minerva: ¡Aquí hay de todo!

La estridente voz de Minerva me sacó de mi ensoñación. Me centré de nuevo en John y mis pesados nuevos amigos.


Fran y John no se pidieron nada alegando que no tenían hambre. A mi los ojos se me fueron tras las manzanas de caramelo. Tan rojas y relucientes. Me imaginaba pegando un bocado al caramelo crujiente y la mezcla de sabores con la manzana. A pesar de haber estado mareada, me apetecía muchísimo.

Sabrina: Quiero una manzana con caramelo.
Vendedora: Muy bien, aquí la tiene.
Sabrina: No, esa no. Quiero aquella, que es más gorda.
Vendedora: Ah, vale...
Minerva: Yo quiero una mazorca.
Vendedora: ¿La quiere con azúcar, sal o rebozada?
Minerva: Sin nada, que es más sana.



Sabrina: ¿Una mazorca? Te podrías haber pedido una lechuga.
Minerva: Pues bien rica que está y muy sana. No sé cómo te puedes pedir una manzana con caramelo. La manzana bien, pero el caramelo engorda mucho y no es muy sano que digamos. Me has dicho que has cenado fritos...deberías empezar a cuidarte un poco más. Comer cosas saludables como verdura y cosas hervidas.
Sabrina: ¿Y quién te dice a ti que no me cuido? Además, tengo tipazo. Yo entiendo que te cuides, en la playa se te veía una barriguita cervecera que echaba para atrás. Hasta pensé que estabas embarazada...pero no te preocupes. Come mazorcas, lechuga, hierba y todas esas cosas y pronto recuperarás la figura. No te desanimes.


Minerva: ¿En serio? Yo me veía algo más gordita, pero no pensaba que se notase tanto...
Sabrina: Pues se nota, y mucho. Pero no te agobies, que así regordeta también estás muy graciosa. Si yo adoro a las chicas obesas. 

Dejé a doña perfecta con la boca abierta. Creo que se le quitaron las ganas hasta de comerse la mazorca.


Minerva: ¡Las naves giratorias! Es mi atracción favorita. ¿Nos montamos?
Sabrina: No, ya he tenido suficiente con el tíovivo. 
Minerva: Ay Sabrina, ¡que poco espíritu aventurero!


Fran fue a sacar fichas y en seguida se montaron en una de las naves. Seguía sintiéndome poca cosa al lado de Minerva. Ella siempre tan sonriente y alegre...me reventaba. 


Catalina: Cariño, estas cosas me dan mucho miedo...¿de verdad que no es peligroso?
Quique: Tienes que confiar en mi, Cata. Esta atracción es muy floja, a penas lo notarás. 
Catalina: Ya sabes que tengo pánico a la velocidad. ¿Me prometes que no lo pasaré mal?
Quique: Te lo prometo.


Kim: ¿Cuantas fichas has comprado? Llevamos ya 3 vueltas...
Coral: Es que esta atracción me recuerda tanto a Chuy...nos montábamos siempre juntos.
Kim: Tienes que olvidarle. No te hace ni puñetero caso.
Coral: No es tan fácil...me cuesta. 
Kim: Bueno, damos una vuelta más y ya está.


Tuve una malvada idea. No me daba la gana que Minerva quedase como la más aventurera y atrevida.

Sabrina: Cariño, voy al servicio. No tardo.
John: Está bien. Te espero aquí. Ten cuidado no te pierdas.
Sabrina: Descuida.


Me metí tras la atracción y busqué el cableado. Vi un montón de palancas y cables. 

Sabrina: ¿Cómo podría hacer que vaya más rápido? ¿Speed? ¿Eso es rápido? Extreme, warning danger...Bah, le doy a todo y ya está.

Accioné un montón de palancas y recibí un calambre. Me daba miedo electrocutarme así que decidí dejar de trastear. 

Sabrina: Disfruta de la atracción, doña perfecta.


Cuando sonó la sirena, la atracción comenzó a moverse. Al principio muy suave, pero pronto comenzó a girar muy de prisa.

Catalina: ¡¡¡Quique!!! ¡Ahhhhh!
Quique: ¡Ahhhhhhhhhh!
Catalina: ¡Dijiste que no iría tan rápidoooOOOOoooOOOO!


Se movía con tanta velocidad que temí que las naves saliesen volando. Escuchaba los gritos de Minerva totalmente aterrada y no pude evitar troncharme de risa.

Minerva: ¡PichoncitoOOooOOoOOO! ¡Ahhhhhh! ¡Tengo miedoo! ¡SocorroOOooooOOO!
Fran: ¡Muaaaaaaaa!
Kim: ¡Socorrooooo!
Coral: ¡Ahhhhhhhhhh!
Sabrina: ¡Jajajajaja! ¡Pero que bien se lo están pasando!


Cuando la atracción se paró, el responsable de la atracción se acercó preocupado. Estaban mareados y a penas se sostenían en pie. Minerva vomitaba su deliciosa mazorca y Fran no era capaz de abrir los ojos.

Minerva: ¡Buuuaaghh! Ayy, ¡creía que me moría!
Fran: Ay...ay...ay...
Catalina: Hemos terminado...¡Me has engañado!
Quique: Cata...yo...


Minerva: No puedo sostenerme en pie...¡Puaag! Ay, ya no tengo nada en el estómago.
Fran: Ay...ay...ay...
Feriante: Perdonen, no sé que habrá pasado...¿se encuentran bien?
Sabrina: Vaya, al final no eres tan fuerte como pensabas, Minerva.


Me compadecí de ella y le ayudé a sentarse en una banco. John ayudó a Fran, que ya estaba recuperando la compostura. 

John: ¿Estáis bien? Parece que esa atracción es demasiado dura. ¿Tendrán los papeles en regla? Aquí no tengo autoridad, pero podría pedirles la hoja de...
Minerva: No, no es necesario. Ha sido más de lo que podía soportar.
Fran: Todavía tengo el estómago en la garganta.
Sabrina: Tenéis muy mala cara. Yo creo que será mejor que os quedéis ahí sentados para reponer fuerzas.
Minerva: Sí...nosotros nos iremos al hotel. Estoy mareada y no me apetece hacer otra cosa que no sea tumbarme y cerrar los ojos. 
Fran: Sí, vosotros seguir disfrutando. Ah, mañana nos vemos para ir al museo, ¿no?
Sabrina: ¿Un museo?
John: ¡Ah sí! Tengo muchas ganas de ver las obras de Clickorotino el Clackarote. Era un pintor extraordinario.
Minerva: A mi me encanta. Soy una fanática de sus obras.


Me jorobó lo del museo. A mi me aburren muchísimo. Todo lo que me explican se me olvida al momento y de todas formas, me interesa un pimiento. Tendría que ir al dichoso museo para no parecer una inculta. Nos despedimos de los plómez y seguimos con el paseo. Al ver la noria, me quedé fascinada. Era tan grande y luminosa que no podía dejar de mirarla.

Sabrina: Es preciosa.
John: Subamos. Será romántico.


Fuimos a las taquillas y pedimos dos fichas. 

John: Dos fichas, por favor.
Pepe: Son 10 cleuros las dos fichas. Estupendo, parejita. Espero que disfruten del viaje.
Sabrina: Gracias.



Nos dirigíamos a la cola cuando lo vi de nuevo. Juan José pasó muy cerca de mi y me miró. Deducía que me miraba ya que no se quitaba nunca las gafas de sol. Me sonrió seductor y se alejó. Sabía que me volvía loca y jugaba con eso.  


La noria fue una experiencia mágica. Sentados juntos, en las alturas, casi tocando las estrellas, con aquellas luces y sintiendo el mundo muy lejos y pequeño. Podíamos ver todo lo que nos rodeaba, inclusive el hotel en el que estábamos hospedados.

John: Las vistas son espectaculares. 
Sabrina: Mira, por allí van los plómez. Fran parece un pato mareado. 
John: Los pobres no han podido disfrutar de toda la feria...


Sabrina: Esta atracción no me da miedo. Me gusta, es romántica y me relaja.
John: Contigo es mágica. Me gustaría que se detuviese el tiempo para siempre. Ahora mismo soy muy feliz.
Sabrina: Y yo. No creí que pudiese ser tan feliz.


John: Te amo con locura. Sabrina, ¿te ocurre algo?
Sabrina: ¿A mi? No...
John: Te conozco. Algo te preocupa.
Sabrina: Nada, es lo del museo, que no me hace mucha gracia...
John: Será divertido, ya lo verás. Clickorotino el Clackarote es uno de los mejores artistas del Playmundo. 
Sabrina: Bueno, haré el esfuerzo...


No quería ir al museo, pero no era eso lo que me preocupaba. Desde que había visto a Juan José, no me lo podía quitar de la cabeza. Deseaba llamarle, quedar con él, tocar su cuerpo...Me sentía culpable, pero no lo podía evitar.


Continuará...

2 comentarios:

  1. Todas las fotos de la feria son muy bonitas, al tener luz las atracciones has podido usar poca iluminación y dar ese aspecto de nocturnidad, no te lo vas a creer pero he tenido el olor a churros metido todo el tiempo,¡ahora caigo en la cuenta de que hace mucho que no voy a una feria y me apetece! Bueno, y ahí Sabrina jugando peligrosamente... dos cosas ha hecho que no están nada bien: trucar la atracción para fastidiar a Minerva y sobre todo empezar a fantasear con Juan José, que sí, está como un queso pero ella tiene todo lo que se puede desear, un marido guapísimo que se bebe los vientos por ella, ahora lo tiene todo y ojalá no lo eche a rodar... por otra parte creo que realmente sí se esfuerza en complacer a John y empezar a llevar una vida más normal, si la pareja se une con fuerza nada la podrá separar, ni los análisis de ADN de Walter ni nada, pero ella tiene que esforzarse mucho... esperemos acontecimientos, pido a la Virgen de los Clickores que al final tenga buen juicio y pueda tener una vida feliz.

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  2. Me he reído muchísimo con este capítulo. Han sido escenas muy divertidas, a las cuales me gustaría referirme, pero es que resaltaría tantos detalles que no terminaría nunca. Cuando acaba el capítulo, te quedas en ascuas y súper intrigada porque me pregunto si Sabrina, si tan feliz es, podrá eludir la tentación y no caer en ella. Yo me imagino que no será capaz, que acabará llamando a Juan José y quedará con él. Por una parte quiero que satisfaga su antojo porque es muy complicado ignorar esos instintos tan fuertes que ella tiene y además también quiero que John se aperciba de una vez por todas de con qué tipo de mujer se ha casado; pero, por el otro lado, no quiero que pase nada entre ellos porque de ese modo la opinión que tengo de Sabrina mejoraría mucho, aunque, no sé por qué, en estos capítulos estoy empatizando más con ella.
    Al final me tomo a risa que a Sabrina le interese tanto ser la envidia de todas las clacks. Si al final es que tiene la pobre una autoestima muy mala. También me ha hecho mucha gracia el momento en el que cenan, cuando Sabrina dice que no pertenece a la alta sociedad y habla con la boca llena. Luego me imaginaba que John habría quedado con Fran y Minerva. Antes de que lo dijese, ya lo sabía.
    El ambiente de la feria me encanta. Puedo imaginarme, perfectamente, los olores que lo impregnan todo, las luces que tanto iluminan, la felicidad de la gente... Y es que a mí me pasa igual que a Sabrina: no soy de montarme en las atracciones porque me da miedo, pero el ambiente de la feria me gusta mucho. ¡Y es que qué metomentodo es Minerva también diciéndole a Sabrina que debería empezar a cuidarse! Pues bien le está la contestación de Sabrina, jajaja; pero parece como si a ella no le afectase lo que le dice Sabrina y a mí, en cambio, me dicen eso y me hundo.
    Y aparece Catalina. No he podido evitar empatizar con ella cuando dice que tiene miedo a la velocidad. ¡A mí también me pasa! ¡Y vaya ocurrencias tiene Sabrina! Pero ¿cómo se le ocurre manejar la atracción? En lo primero que he pensado ha sido en Catalina, pobrecita, confiando en su novio... y luego mira. Yo en su lugar, en el de Catalina, me habría muerto.
    ¡Clickorotino el Clackarote! ¡Cómo me he reído! ¡Ya me imagino las escenas tan divertidas que habrás escrito!
    Las fotos son muy bonitas, sobre todo las que atañen al momento en el que ambos se suben en la noria. Debe de ser muy bonito y romántico. A mí tampoco me daría miedo subirme en la noria si es cierto que apenas se mueve.
    ¡Estoy ansiosa por saber cómo continúa!

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