miércoles, 21 de octubre de 2015

Halloween 2015: Venganza sobrenatural - Primera parte

En un lugar solitario dónde la oscuridad y la maldad conviven, se encuentra el terrorífico hogar de nuestro amigo Calabazo. Espíritus vengativos, monstruos, demonios, brujas, asesinos y otros indeseables seres habitan en sus tierras. Calabazo observa desde una de las ventanas de su casa. Puede ver el cementerio y las casas encantadas y un poco más alejado el pueblo. Observa desde la penumbra, esperando el momento. Los lobos aúllan no muy lejos y los espíritus susurran al viento sus lamentos. Sabe que la espera ha concluido, sabe que estamos aquí. 


No tengáis miedo, estamos en un lugar peligroso y maldito, pero no os ocurrirá nada malo. Observad, seguid mis pasos, pero no intervengáis. Debéis permanecer silenciosos tras de mi, sin llamar la atención. Las cosas que veréis no os podrán herir si no intervenimos. Somos meros espectadores, aunque viajemos a este mundo infernal. Este es su hogar y nosotros sus invitados... 


- ¡Mis viejos amigos! Bienvenidos a mi humilde morada, pasad, pasad. Disculpad el desorden, llevo un par de días sin quitar el polvo - Se ríe escandalosamente. Sus carcajadas retumban en las lápidas del cementerio y provocan que insectos y animales infernales se escondan asustados. Los muertos que descansan en sus tumbas abren los ojos sobresaltados. - Lo sé, los años no pasan para mi. Algún día os contaré cual es mi secreto, aunque no creo que sea de vuestro agrado.


- Este año estamos en otra estancia de mi viejo hogar. Aquí es dónde celebraremos Halloween este año. Deseaba tanto volver a veros...os recuerdo, a cada uno de vosotros. Veo caras nuevas, pero también a viejos conocidos.

Su casa sigue tan abandonada como otros años. Polvo, telarañas, insectos, cadáveres y huesos invaden todas las estancias. Algunas calabazas adornan la casa con motivo de Halloween. Un cuervo nos observa, parece sentirse cómodo en casa de Calabazo.


Un lobo negro como la oscuridad más absoluta y de ojos rojos se acerca a su amo. Muerde un hueso con ferocidad. Calabazo lo acaricia y nos lo presenta.

- Esta es Nocturna, mi loba. ¡Oh! Que no os engañe su aspecto, no es tan salvaje como parece. La última vez que llamó el cartero a mi puerta pensé que le arrancaría el brazo al entregar el paquete...Sólo le desgarró la mano...aunque luego fue directa al cuello...¡Lo devoró entero! Suerte que dejó el paquete intacto, bueno, manchado de sangre. 

Nocturna parece comprender las palabras de Calabazo y muerde con más furia el hueso que tiene entre sus colmillos.


- He aprovechado este año para aumentar mi colección de calaveras. Algunas no tienen ni un año desde el fallecimiento de sus propietarios. ¡Esas son las joyas de mi colección! - Está entusiasmado, orgulloso.



- Sé cual es la razón de vuestra visita. Deseáis que os cuente más historias terroríficas. No hay mejor forma de celebrar Halloween que contando historias de terror. No os decepcionaré, queridos amigos.


Calabazo toma asiento en un sofá verde, viejo y sucio. Nos mira sonriente, con picardía. Sabe que esperamos con ansias su historia, deseosos de sobrecogernos y empaparnos de miedo.


- Está bien. Vosotros lo habéis querido. La historia que os contaré a continuación es real, tan real como yo. No hace muchos años, en un lugar tranquilo...


 Margarita y Evaristo se enamoraron con tan solo 15 años. Click Hill es un pueblo pequeño y Evaristo conocía a todas las muchachas de su edad. Margarita y su familia se trasladaron a Click Hill y cuando Evaristo la vio, se enamoró perdidamente de ella. La cortejó, completamente entregado. Margarita le correspondió entregándole su corazón para siempre. Se casaron a los 20 y tuvieron una preciosa niña a la que llamaron Madeline, aunque la llamaban cariñosamente Mady. 

Con los pocos ahorros que consiguieron, montaron una tienda de antigüedades que fue todo un acontecimiento en el pueblo. 


Vendían todo tipo de objetos, algunos valiosos y otros quizás de un valor más sentimental. Fue todo un éxito. Gracias a esto pudieron darle a su hija la educación que deseaban para ella. Pronto Mady se marchó a estudiar y ya no la podían ver tanto como deseaban. Un día regresó con un chico y les anunció que se casaba. Aquel fue un gran día para la familia. Mady se mudó al pueblo y con la ayuda de sus padres, montó una consulta. Madeline era una estupenda doctora, profesional, pero poco ambiciosa. Deseaba vivir cerca de sus padres.


Dos años después nació Elvira, una preciosa niña. Se convirtió en la alegría de la casa, en la estrella de sus corazones. Cuando Elvira tenía tan solo un año, la tragedia llamó a la puerta. En un terrible accidente de coche, Mady y su marido murieron. Elvira, que siempre se quedaba al cuidado de sus abuelos, no iba en el coche aquel día. Fue un duro golpe para Margarita y Evaristo. A pesar de la tragedia, lucharon por Elvira, que merecía ser feliz y tener una vida normal.


Pasaron los años y Elvira contaba con nueve años de edad y era una niña completamente feliz. Muchas veces se entristecía preguntando por sus padres, pero sus abuelos intentaban disipar esa tristeza. La muerte de Mady dejó deudas que los ahogaron en eternos pagos y casi les provocaba la ruina. A duras penas podían pagar las facturas pero milagrosamente conseguían tirar para adelante. La tienda no funcionaba del todo bien, pero algunos clientes fijos eran su salvación.


Aquella tarde, una de sus mejores clientas se llevaba un par de artículos. Todas las semanas se pasaba y compraba algo. Era una mujer adinerada, pero apasionada de las antigüedades. Le gustaba llenar su hogar de todo tipo de artilugios.

- Serán 125 cleuros, señora Clarkson - le comunicó Margarita pulsando en la caja registradora. 
- Recuerda reservarme los dos jarrones y el abanico. Vendré la semana que viene a por ellos - dijo entregando los billetes.
- No se preocupe, lo tengo apuntado. Tome, su cambio - Le entregó cinco cleuros pero con un gesto los rechazó. Margarita sonrió agradecida - Gracias, es usted muy amable.
- Bah, no es nada - Respondió quitándose importancia. 


Vendían muebles antiguos, libros de ediciones limitadas, jarrones, juguetes, cuadros, escudos y muchos objetos exóticos. La señora Clarkson se dirigió a la puerta pero se detuvo para despedirse de Evaristo. Lo encontró quitando el polvo a una estatua tamaño real. Se trataba de un samurai, con todos los complementos, inclusive las armas. No llegaba bien así que estaba subido a una silla para quitarle el polvo de la cabeza y el casco.

- ¿Ya se marcha? - Le preguntó cuando la vio acercarse.
- Sí, ya tengo lo que vine a buscar. Sé cual es su respuesta, pero sabe que soy una mujer persistente. No me gusta darme por vencida en nada. ¿No ha cambiado de opinión con respecto al samurai? Sabe que pagaría muy bien por él. Quedaría fantásticamente en mi recibidor. - Dijo entusiasmada. 
- No está a la venta, lo sabe. Sé que le gusta, pero no podría deshacerme de mi querido samurai por nada del mundo - Le dijo con seguridad. Miró orgulloso a la estatua.
- Lo sé, siempre me dice lo mismo. Está bien, no quiero insistir más. Me marcho. Hasta la semana que viene. - Tras decir eso, abrió la puerta y se marchó.


Margarita observaba a su marido limpiar el samurai, dejando reluciente su imponente armadura. Una lágrimas resbalaban por sus mejillas, emocionada. Recordaba perfectamente aquel día, cuando su hija regreso de Japón y les sorprendió con ese fabuloso regalo. "Me dijeron que es una figura sagrada, mágica. El vendedor me prometió que os sería de gran utilidad" les había dicho cuando se quedaron sin palabras, "os cuidará, con este samurai en la tienda estaréis seguros". Margarita había dudado en muchas ocasiones si vender o no la estatua. Necesitaban el dinero y su venta sería una forma de cuidarlos, de cumplir esa promesa. Pero una punzada en su corazón le impedía hacerlo. Sin embargo, Evaristo sentía un profundo cariño por el samurai. Le hablaba todos los días, lo cuidaba, lo mimaba. Muchas veces lo encontraba llorando a su vera, hablando sobre Mady. Estaba seguro de que los protegía. "Esta figura no cuidó de nuestra Mady" le había dicho en muchas ocasiones, enfadada con la situación, con la vida, con todo.

- Evaristo, te harás daño. Está más que reluciente - le dijo disimulando las lágrimas.
- Tenía polvo, se veía desde la caja. El Señor Yan debe estar impecable - contestó bajando de la silla - Recuerda que él cuida de nosotros.

Yan era el nombre que Elvira le puso a la estatua. Desde entonces, todos se referían así a ella.


- Estás obsesionado con Yan - le dijo a su marido - Me preocupa que te creas esas historias, cariño. Comprendo que...
- No me des la monserga otra vez, Margarita. Deja que crea lo que me dé la gana, no le hago daño a nadie - dijo enfadado.
- Perdone usted. No te enfades, cascarrabias - Le plantó un beso en la mejilla.


Evaristo fue hasta la caja y miró el dinero recaudado. Si seguían recaudando tan poco, tendrían que cerrar definitivamente la tienda.

- 140 cleuros...¡Qué ruina! - Exclamó indignado.
- Da gracias a que la señora Clarckson hizo su compra semanal...Ya saldremos de esta, amor. Siempre lo hacemos - Margarita barría la tienda para entretenerse y no pensar. 


- Es que me desespero. Tendremos que hacer caso a Elvira y usar Internet. Quizás vender por ordenador nos aporte beneficios...pero de esas cosas no entiendo - dijo preocupado.
- Pues a mi no me mires, yo tampoco entiendo de esas modernidades.


La puerta se abrió y se cerró de un portazo. Su nieta había llegado del colegio. Elvira era buena estudiante pero era una niña muy casera. Adoraba estar con sus abuelos. Era viernes y ya no tendría que volver al colegio hasta el lunes.

- ¡Ya estoy en casa, abuelis! - Anunció feliz.
-¡Mi niña! - Exclamó su abuela emocionada. Ven a darle un abrazo a tu abuela. 


Abrazó a su abuela con cariño y luego se lanzó a los brazos de su abuelo. Los quería a los dos, pero sentía debilidad por su abuelo. 

- Ya es fin de semana. Podremos jugar hasta cansarnos - Le dijo a su nieta sonriente.
- ¡Yupiii! Abueli, yo quiero el osito que me prometieron...
- De eso nada. Dijimos que primero debías terminar los deberes. - Margarita era más estricta que su marido. No quería que su nieta se convirtiese en una niña caprichosa y mal criada.


- ¡Jo! Yo lo quiero ya... - Su abuela hizo oídos sordos y siguió barriendo - Si haré los deberes igualmente...
- Pues ya sabes. Haz los deberes y te daremos el osito de peluche. Venga, que te tengo preparada la merienda.


- No le hagas caso. Toma, el osito - Evaristo le dio el osito a su nieta, que lo cogió entusiasmada. Le hablaba en voz baja para que su mujer no se enterase.
- ¡Yupiii! ¡Gracias abueli! - Gritó muy contenta.
- Muy bien, Evaristo. Ahora quedo yo como la mala malísima... - A pesar de su frustración, ver a Evaristo y Elvira juntos, sonrientes y cómplices le arrancó una sonrisa.


A Elvira le gustaba esconderse para estudiar. Su lugar preferido era tras unos muebles viejos en la tienda. Era un lugar poco accesible para los clientes y perfecto para pasar desapercibida. Sacó todos sus libros y apuntes y comenzó a estudiar. Colocó al osito cerca de ella, para que le hiciese compañía. Sus abuelos la observaban orgullosos.

- Es igual que Mady. Responsable, cariñosa, inteligente... - Le susurró Margarita a su marido.
- Sí, es tan especial como su madre. También tiene la fortaleza de su padre. Amor, lo estamos haciendo bien. - Dijo agarrando la mano de su esposa.
- Al menos lo estamos haciendo todo lo mejor que sabemos.


Pasados unos minutos entraron tres clientes. Sus pintas eran sospechosas y Margarita desconfió de sus intenciones al momento. Con un gesto, ordenó a Elvira que no hiciese ruido y no se dejase ver. Elvira obedeció sin rechistar. Los tres parecían delincuentes. Eran jóvenes y fuertes, un rival ante el que no tenían la menor posibilidad. Sin embargo, Evaristo no los miró con los mismos ojos. Era un hombre confiado y pensó en tres posibles compras si sabía vender y ser amable.

- ¡Bienvenidos, pasen! 
- ¿Qué clase de tienda es esta? - Preguntó uno de ellos - Menudo vertedero.
- ¡Calla! Hola, ¿está abierto? - Preguntó el que parecía llevar la voz cantante. Tenía barbas y una coleta morena. Vestía con ropa de caza o de camuflaje.
- Por supuesto, caballero - Contestó Evaristo - Pasen por favor.



- ¿Es una tienda de antigüedades? - Preguntó el de la coleta.
- Así es. Vendemos todo tipo de artículos. ¿Buscaban algo en concreto?
- Sólo entramos por curiosidad. ¿Esto da mucho dinero? - Quiso saber el de la coleta.
- Por desgracia esto no es lo que era, pero sobrevivimos. Tenemos clientes muy exclusivos - Respondió Evaristo. 


Uno de ellos se acercó hasta Margarita. Escondía algo a sus espalda y su mirada no reflejaba nada bueno. Era rubio, joven y fuerte, aunque en su rostro se veían signos de llevar mala vida. 

- Hola, preciosa - Escuchar la voz de ese hombre le puso la piel de gallina. Tenía malas intenciones, estaba segura - ¿Te has quedado muda? Para ser vieja estás muy bien.
- Un respeto, podría ser tu madre - le contestó cortante.



Uno de ellos cogió un frasco de colonia vacío, pero antiguo y caro. Lo meneaba en el aire curioseando, sin el menor cuidado. Evira observaba en silencio y ya comenzaba a estar asustada. Esos hombres le daban mucho miedo.


- No seas antipática, mujer. Tienes que tratar bien a los clientes - El rubio se acercaba a Margarita lentamente. Se sentía acorralada. No quería mostrarse débil ni nerviosa, así que sacó fuerzas para sobreponerse. - ¿No quieres ser cariñosa conmigo?


- ¡Quiero que abandonen mi tienda inmediatamente! - Exclamó enfadada. Los tres sospechosos se sobresaltaron. No esperaban una reacción así - Si no se marchan llamaré a la policía. - Advirtió seria.
- Exigimos un respeto, vieja - Respondió el de la coleta enfadado - ¿No somos lo suficientemente buenos para ser tus clientes?
- Esta vieja es una arpía - Comentó a sus amigos el rubio.


- Señores, les ruego que se tranquilicen. Será mejor que abandonen mi tienda, están alterando a mi esposa. Mi mujer no es una arpía no consiento que se le falte al respeto, y menos en mi tienda - Dijo Evaristo visiblemente molesto. Entonces se percató del enorme cuchillo que ocultaba el rubio - Por favor, márchense...
- Odio a los viejos - dijo el de la coleta. - Se creen con todos los derechos del mundo. Pensaba que eras diferente, viejo.


De pronto, sacó una pistola de su chaqueta. Evaristo temblaba de miedo. Nunca se había visto en una situación tan violenta y no sabía que hacer ni decir.

- ¡No, por favor! No nos haga daño, sólo somos dos pobres ancianos. Llévense lo que quieran pero no nos hagan daño - Rogó Evaristo asustado.


- En la caja tenemos algo de dinero, se lo pueden llevar. Es toda la recaudación del día - dijo Margarita.
- Rockas, saca la pasta de la caja - Ordenó el coletas a uno de ellos. - Nacho, vigila a la vieja.


Nacho (el rubio), le colocó en el cuello el cuchillo a Margarita, que se quedó muy quieta. Notaba el frío y afilado cuchillo en su cuello y apenas podía tragar saliva.

- No haga daño a mi mujer, se lo ruego - Pidió Evaristo preocupado.
- Si se porta bien, no le pasará nada - Respondió el coletas.


Elvira estaba llorando, muy nerviosa. Dudaba en desobedecer a su abuela y salir a ayudarlos o seguir oculta. Sabía que ella no podía enfrentarse sola a esos tres hombres, pero quedarse quieta sin hacer nada la desesperaba. 


- ¡Pero esto que es! - Exclamó Rockas - ¡Con esta pasta no tenemos para nada! - Enseñó los pocos billetes que estaban en la caja a sus compañeros.
- Eso es muy poco, viejo. ¿No tienes más billetes? - Le preguntó el coletas.
- Eso es todo. El negocio no va del todo bien - Respondió Evaristo.
- ¡Con esta porquería no hacemos nada, Orco! ¡Estamos perdiendo el tiempo!
- Tú, ¡queremos más dinero! - Le exigió Orco a Evaristo.
- Es todo lo que tenemos, se lo juro...
- ¿Sabes qué, viejo? Empieza a hacer frío. Será mejor que entremos en calor preparando una pequeña hoguera. ¡Vamos a quemar esta ridícula tienda! - Sacó un mechero del bolsillo. Evaristo lloraba desesperado.
- ¡No, se lo ruego! Esta tienda es todo lo que tengo, ¡llévese lo que quiera!
- Sólo venden porquerías, nada de lo que hay aquí me interesa. Será divertido ver arder todo esto - Comenzó a reír y sus compañeros también.
- ¡Eso, quememos este antro! - Exclamó Rockas.


Margarita no lo podía consentir. En primer lugar aquel era su negocio, su forma de vida, su casa. Era todo lo que tenían y si lo quemaban, se quedarían sin nada. Aunque más importante era la vida de su nieta, Elvira. Ella estaba escondida entre los muebles.

- ¡No permitiré que hagan semejante locura! ¡Esta es mi tienda! - Gritó intentando deshacerse de Nacho. Este forcejeó con ella y la degolló. Margarita vio la sangre salir de la profunda herida y no podía dar crédito. Aquella sangre no podía ser suya. No tardó en perder el conocimiento y prácticamente en el acto, murió. 


- ¡Eso te pasa por lista! - Dijo Nacho nervioso.
- ¡Margarita! - Exclamó Evaristo al presenciar la escena.


- No te muevas o disparo, viejo - Le advirtió Orco. Evaristo no escuchaba a nadie, no era capaz de razonar ni pensar en su propia vida. Aquella que había en el suelo era su Margarita, el amor de su vida, su compañera. La amaba y sin ella nada tenía sentido - ¡He dicho que no te muevas!


Orco disparó y la bala alcanzó por la espalda a Evaristo, que cayó al suelo al momento. No se movía, parecía muerto.

- ¡Menuda masacre! - Exclamó Rockas excitado. 
- Le avisé, y el que avisa no es traidor -Se justificó Orco, más bien para si mismo que para los demás.
- ¿Está muerto? - Preguntó Nacho.
- Pues claro, son viejos - Dijo Rockas.
- ¿Qué hacemos? - Preguntó Nacho tocando con el pie el cuerpo inerte de Evaristo.
- Tenemos la pasta, no es mucha pero algo es algo. Nos pegamos el piro.
- ¿No vamos a quemar este sitio? - Rockas no deseaba que la diversión terminase.
- Paso, no quiero que llamemos más la atención. Cuando encuentren los cuerpos ya estaremos bien lejos. 


Los tres delincuentes se marcharon con el dinero y subieron en su coche destartalado. Se alejaron a toda velocidad relatando divertidos una y otra vez lo ocurrido. Elvira esperó un tiempo prudencial y salió a socorrer a sus abuelos. Lloraba tanto que casi no veía por dónde pisaba.


Para su sorpresa, Evaristo seguía con vida. Se acercó hasta su mujer, intentando reanimarla. La llamaba llorando y dolorido. Todo fue inútil, Margarita había fallecido.

- ¡Noooo, Margarita! ¡No puedes abandonarme, mi amor! - Gritaba al cuerpo sin vida de su esposa.
- ¡Abueli! ¿Se pondrá bien, verdad? ¡Dí que se pondrá bien! - Los sollozos y gritos de su nieta le hicieron reaccionar.
- Elvira, mi niña...no quiero que esos hombres malos te encuentren - le dijo preocupado.
- Se han ido, abueli. ¿Te duele mucho? ¡La abuela no se mueve!
- Tranquila, mi niña...


Sabía que ya no le quedaba mucho. La vida se le escapaba entre los dedos de las manos y su tiempo en este mundo había concluido. Se levantó como pudo y se arrodilló ante el samurai, que observaba lo ocurrido con total pasividad.

- Tú debías protegernos, Yan...¡No has hecho nada! - Golpeaba a la estatua enfadado - Mi Margarita...has dejado que asesinen a mi mujer...¡¡Que ocurrirá ahora con mi nieta!! Debes protegerla, debes cuidar de ella...promete que la cuidarás y que vengarás nuestra muerte...¡Muévete! ¡Haz algo!
- ¡Abuelo! - La niña lloraba totalmente conmocionada. 


Finalmente cayó al suelo, casi sin fuerzas.

- Lo siento, Elvira. Mi niña...tu abuela y yo te queremos mucho, no lo olvides jamás.
- No abuelo, te pondrás bien. ¡No quiero que te mueras!
- Debes ser fuerte, mi niña. Ayúdame, quiero estar cerca de tu abuela...


Evaristo murió abrazado a su esposa. Elvira lloró y lloró tan angustiada por la muerte de sus abuelos que no se percató de los movimientos de Yan.


Los ojos del samurai eran rojos y brillaban. Poco a poco se fue moviendo. Primero la cabeza, luego los brazos y finalmente las piernas. Miró los cuerpos sin vida de sus dueños. Le habría gustado salvar la vida de Margarita y Evaristo, pero él no decidía cuando la magia debía despertar. Las palabras del anciano habían iniciado esa magia que había estado dormida tanto tiempo.


- ¡Yan, estás vivo! - Gritó Elvira sorprendida.

Miró a la niña con una clara intención, protegerla. Antes, debería encontrar a los tres asesinos y vengar la muerte de Margarita y Evaristo. La muerte se cierne sobre ellos y no lograrán escapar.


Continuará...

3 comentarios:

  1. Qué historia tan triste, me has puesto la emoción en la garganta... qué injusto me parece todo. Primero que muera Mady cuando con tanto esfuerzo le habían dado una carrera, y luego, cuando tanto se estaban esforzando en sacar a Elvira adelante, Margarita y Evaristo mueren de esa forma tan cruel... sí, el señor Yan ahora seguramente cumplirá una venganza terrible pero ¿de qué sirve si no se puede traer de nuevo a la vida a esta buena gente? Todos los detalles son exquisitos, la tienda tan llena de objetos, las actitudes de los personajes... también la introducción de Calabazo me ha gustado mucho, la verdad es que iba predispuesto para una historia de terror, pero no a algo tan triste... ains... es que hoy he pillado el punto sensible. Pero por supuesto seguiré con mucho gusto las continuaciones :-)

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  2. Nos encontramos ante una historia frente a la cual debemos quitarnos el sombrero; una historia que me ha enganchado desde la primera hasta la última línea. Las felicitaciones se dan cuando el relato ha concluido, pero no puedo esperarme. No me esperaba que en tan sólo un capítulo pudiesen caber tantas emociones. Primeramente me he reído mucho con la introducción. Está perfectamente ambientada con las exactas palabras que utilizas. Además me la imagino narrada por una voz grave y escalofriante. No me cuesta tampoco imaginarme los sonidos que crean ese ambiente que tan bien has descrito. Calabazo es un personaje increíble, entre un poco repugnante y apasionante. ¡Me he estremecido con Nocturna! ¡Y encima se atreve a decir que no es tan violenta como parece! No sé qué concepto tiene él de la violencia o de la dulzura, jajaja. Me he reído mucho también con el detalle de las calaveras nuevas, jajaja. ¿Cómo se te ocurren esos detalles tan escabrosos? ¡Me encanta!
    Es difícil expresar con palabras la ternura que me ha despertado la preciosa historia de Margarita y Evaristo. Son personajes a los que es demasiado sencillo cogerles cariño. Además me encanta el argumento de la tienda de antigüedades. También me ha afectado que Mady y su marido muriesen en un accidente, pero Elvira tuvo mucha suerte de tener unos abuelos tan buenos y entregados.
    Pero lo más complicado es volver palabras la impotencia que he sentido cuando esos tres delincuentes endemoniados han entrado en la tienda y han matado a los dos abuelos. Yo no entiendo cómo es posible que pueda existir gente así, que no tenga ni un solo respeto por nadie y que actúe con tanta maldad. No puedo entender que existan corazones tan podridos. Me han dado muchas ganas de llorar cuando los han matado. Has conseguido que esa escena me hiera la sensibilidad, sobre todo cuando encima le dan patadas al pobre Evaristo. No es justo, ¡no es justo! ¡Espero que Yan planee una muerte lo más sangrienta y dolorosa posible para esos tres malditos tíos! ¡Espero que sufran mucho y que se arrepientan de todo lo que han hecho! ¡Se merecen morir de la forma más terrible!
    No me ha costado nada empatizar con los personajes, y, créeme, eso es un gran logro. Con tan sólo un capítulo, he conectado irrevocablemente con todos. Tienes una forma de escribir tan cercana que no me cuesta nada pensar que lo que estoy leyendo ocurre de verdad. Cree en tu capacidad de escribir porque realmente tienes muchos motivos para hacerlo. Tu imaginación vale oro y tienes un don, lo tienes claramente. Y quien lo dude solamente tiene que entrar en tu blog y leer esta historia cuya continuación estoy deseando leer. Te doy la enhorabuena con todo mi corazón. Hacía mucho tiempo que nada me conmovía tanto como esta historia. Gracias por despertar sentimientos tan intensos. ¡No tardes en colgar el capítulo dos, por favor!

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  3. Qué triste me has dejado. Primero, ver cómo iba evolucionando la familia y luego... Me encanta la tienda de antigüedades con todos esos artículos, está muy bien. Me parece muy injusto lo que les han hecho a Margarita y Evaristo. Me ha aterrorizado pensar que ya difícilmente llevaban su vida para que un día viniera una panda de impresentables y acabaran con ellos de una forma tan injusta y sin razón, y aún encima, en presencia de la pobre Elvira... ¿Qué será de ella? Me gustaría ver lo que hace Yan, aunque ahora esté un poco enfadada con él por no haber actuado a tiempo.
    Muy buena historia, saludos ;)

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