jueves, 4 de febrero de 2016

03 - Loca - Recuperar mi vida

Con el poco dinero que Bruno le dio antes de morir, consiguió llegar hasta la casa de John. Estaba muy nerviosa y cansada. Sentía un agotamiento casi extremo por todo el cuerpo y no sabía ni cómo se mantenía en pie. Elvis permanecía a su lado, olisqueando y analizando la zona. El pequeño Walter dormía profundamente. 

Sabrina: Es la hora de la verdad, Elvis. Si John me rechaza, no sé lo que haré...


Pensaba que la policía la buscaba por el incendio en el centro de enfermos mentales, pero no era así. No averiguaron quién fue el culpable. Aunque sabían de su desaparición, no se la consideraba peligrosa.

Sabrina: Allá voy...deséame suerte, Elvis. 

Se plantó frente a la puerta y cerró los ojos. Le costaba tocar el timbre. El agradable olor de la casa de John la estaba invadiendo. Tenía tanto miedo que le temblaban las piernas. Le había prometido a Bruno que lo intentaría, que lucharía por recuperar su vida. No se lo pensó más y llamó.


John se estaba preparando para ir al trabajo. Había desayunado un batido y una pieza de fruta a toda prisa. Cuando escuchó el timbre imaginó que se trataba de Rose. Ella siempre se pasaba por su casa para ir al trabajo juntos.

John: ¡Voy!


Al abrir la puerta su corazón dio un vuelco. Ver a Sabrina allí de pie, con una sonrisa y los ojos llorosos fue todo un shock para él. Llevaba mucho tiempo buscándola, colgando carteles por las calles junto a Donna. Había perdido toda la esperanza de volver a verla.


Sabrina: Hola.
John: No puedes ser tú...
Sabrina: Sí, soy yo. John, lo siento...perdóname...


La abrazó inmediatamente con lágrimas en los ojos. Aquello le parecía un sueño del que no quería despertar. Sabrina también lloraba. Ese abrazo la tranquilizó un poco.

John: Sabrina...estás viva...Dime que estás bien, dime que esto no es un sueño.
Sabrina: John, soy real. He vuelto y si me perdonas, no me alejaré nunca más. Mi amor, este es nuestro hijo, Walter...


John: ¿Nuestro hijo? ¡Nuestro hijo! Es mi hijo, mi pequeño...
Sabrina: Está dormido. El viaje ha sido largo y...muy...
John: Es precioso.
Sabrina: Ay...no me encuentro bien...
John: ¿Que te ocurre? ¡Sabrina!


El cansancio pudo con ella. Se desmayó allí mismo, quedando inconsciente en la entrada de la casa. Elvis se puso a ladrar nervioso y Walter despertó al momento llorando por el ruido.

John: ¡Sabrina!


Al día siguiente...

Estaba realmente cómoda. Hacía tiempo que no sentía unas sábanas tan suaves acariciando su piel. Estaba caliente y relajada. Le extrañó que el cartón y los trapos en el suelo fuesen tan confortables pero de pronto, recordó todo lo ocurrido. Abrió los ojos asustada, esperando encontrarse de nuevo en el centro de enfermos mentales. En lugar de encontrar al doctor Luconnor, encontró a John. Estaba sentado a su lado dónde había vivido tantos buenos momentos juntos. Hacía un día espléndido. John le sonreía aunque parecía preocupado.

John: Buenos días, bella durmiente.
Sabrina: ¿Dónde está Walter? No dejes que me lo quiten...
John: Está abajo, durmiendo. No te preocupes, nuestro pequeño está bien.


Sabrina: Tengo que verle...
John: ¿Cómo te encuentras?
Sabrina: Me duele el cuerpo. Sobretodo las piernas y la espalda. 
John: Has estado durmiendo 24 horas. Vino un doctor y te examinó. Estás bien, aunque necesitas reposo para recuperarte. 
Sabrina: ¿No me has entregado? Me estará buscando la policía...
John: Te está buscando todo el mundo, pero al igual que a todos los enfermos que huyeron del centro. No te preocupes, estás en paz con la justicia.
Sabrina: Ahhh...¿Me has perdonado? John, siento haberte traicionado. Te quiero con locura, debes creerme.


John se levantó de la cama y se alejó hasta el ventanal del balcón. Miró al exterior, dándole la espalda a Sabrina.

John: No sé si de verdad me quieres. Yo te puedo asegurar que te amo más que a mi vida. No he dejado de quererte en ningún momento y no creo que pueda dejar de amarte. Te he buscado por tierra y aire, Sabrina. Mi vida era un infierno. Tu hermana y yo hemos recorrido las calles mil veces buscando una pista que nos llevase a ti.
Sabrina: Lo siento, pero no me encontraba bien...ni sabía lo que hacía.
John: ¿Y ahora sabes lo que haces?
Sabrina: Pues claro, mi amor. Quiero estar contigo. Créeme, yo también he sufrido mucho. En aquel centro de locos. Los doctores estaban peor que los enfermos. Una loca me agredió y los locos me perseguían...En la calle he pasado frío y mucho miedo. Aunque he conocido clicks maravillosos que me ayudaron...pero uno de ellos murió...Sus vidas no son nada fácil. Te echaba de menos, pero soñaba con los zombies y todo me daba miedo. Siento no haber dado señales de vida...te he echo sufrir mucho.


John: Es lo que obtengo de ti, sufrimiento. Ahora que sé que estás bien, creo que lo mejor es que nos tomemos un tiempo. No deseo seguir sufriendo más y no sé si estar contigo es lo que más me conviene. 


Sabrina se levantó de la cama y se acercó hasta John. Le cogió de los hombros llorando.

Sabrina: John, comprendo que dudes de mi. Después de ser la peor novia del mundo es normal que desconfíes de mi. No te reprocho que no quieras volver conmigo, pero dame una oportunidad.  He visto cosas ahí fuera. He pisado fondo y ahora sé lo que quiero. Te quiero con toda mi alma. Dame otra oportunidad...

Intentó besarle pero John se apartó.


John: Dame tiempo, por favor. Ahora no te preocupes e intenta descansar. En el armario está tu ropa. Te he dejado toallas limpias en el cuarto de baño. Baja a desayunar, te esperaré a bajo. 
Sabrina: Vale, enseguida voy.


Cuando se duchó, se miró al espejo. Una parte de ella se odiaba profundamente, pero otra se negaba a darse por vencida.

Sabrina: No es momento de flojear, Sabrina. Ese hombre te pertenece y lucharás por él. Venga, debes ser fuerte. Hazlo por ti, por Walter y... por Bruno, que se lo prometistes. 


Bajó las escaleras que daban a la terraza. Allí se encontró a Elvis, Rex y Rita jugando. Los tres perros se acercaron a ella contentos. En otros tiempos Sabrina los habría espantado, pero algo había cambiado en ella.

Sabrina: Nunca pensé que diría esto, pero me alegro de volver a verte, Rex. ¡Hola Rita! Parece que eres la novia oficial de Rex, tienes buen gusto. ¡Mi Elvis! Hola perro loco, te echaba de menos.



Donna estaba en la cocina y cuando vio entrar a su hermana no pudo evitar emocionarse mucho. Sabrina le sonrió aunque se sentía avergonzada por su comportamiento. Le había hecho mucho daño y no estaba segura de que su hermana la fuese a perdonar.

Donna: ¡Hermana!


Se abrazaron efusivamente. Las dos lloraban emocionadas y sin decir una sola palabra, se lo dijeron todo. Lo pasado ya no tenía importancia. Estaban juntas, son hermanas y se querían. 


Sabrina: No llores más, hermanita.
Donna: Te echaba de menos, Sabri. No quiero volver a perderte, por favor.
Sabrina: No me perderás, te lo prometo.
Donna: Me tienes que contar dónde has estado todo este tiempo.
Sabrina: Lo haré. 


John estaba jugando con Walter. Los dos se llevaban muy bien. El niño sonreía con los juegos de John. Estaba claro que se querían y habían conectado.


Aquella escena la emocionó todavía más. Era su familia y lucharía por ella con todas sus fuerzas.


Sabrina: Hola, chicos.
John: Oh, mira Walter. Es mamá. 
Walter: Uohheuueoa.
Sabrina: Mis hombres...


Corrió hacia ellos y los abrazó. Quería permanecer así de por vida. 

John: ¿Te encuentras bien?
Sabrina: Sí...Os quiero mucho, a los dos.
Walter: Ouuauuuoopppph.


John se deshizo del abrazo y agarró a Walter en brazos. Sabrina se sintió mal, pero sabía que John necesitaba tiempo.

John: ¿Has desayunado?
Sabrina: No, pero no tengo hambre.
John: Tonterías. Necesitas reponer fuerzas. Walter, vamos a prepararle el desayuno a mamá.


Cuando desayunó, acostó a Walter. John se fue a trabajar así que decidió salir al balcón y tomar el sol. Donna todavía no se había marchado.

Donna: ¿Puedo?
Sabrina: Donna, claro que sí.


Donna: Hace un día estupendo, ¿verdad?
Sabrina: Sí, se está muy bien al sol.
Donna: Sabri, ¿que te ocurrió? ¿Dónde has estado todo este tiempo?
Sabrina: Lo ocurrido en el pantano fue un trauma para mi. Por los zombies pero también por perderos a todos. Que me dejaseis allí abandonada tampoco estuvo muy bien, Donna. Eso me enloqueció.
Donna: Lo siento, pero estaba muy dolida. Aunque John nos aseguró que PD te llevaría a casa. Habló con él y quedaron en eso.
Sabrina: Sí, pero había perdido la cabeza. Veía zombies, Pandys y Payasos Demonios por todas partes.
Donna: ¿Que ocurrió en el centro de enfermos mentales?


Sabrina: Reconozco que perdí la cabeza, pero estar en aquel lugar no me estaba ayudando en nada. Aquellos locos no dejaban de incordiarme y los métodos del doctor para curarme eran muy agresivos. No quiero entrar en detalles, pero decidí quemar el edificio y huir.
Donna: ¡Sabrina!
Sabrina: Lo sé, no estuvo bien. Huí y encontré a un click maravilloso. Se llamaba Bruno y me enseñó muchas cosas. También conocí a Dakota y Romeo. Los dos grandes clicks. Vivían en la calle y aunque no tenían nada, me lo dieron todo...
Donna: Comprendo. Es una suerte que dieses con ellos. Me encanta Walter. Por fin soy tía. Sabri, lo hemos pasado muy mal. John casi perdió la cabeza...por eso debes darle tiempo y ser comprensiva.
Sabrina: Estoy dispuesta a esperar el tiempo que haga falta.


Sabrina no se encontraba del todo bien. Seguía teniendo muchas agujetas y dolores por todo el cuerpo. Al día siguiente, despertó un poco tarde. John había dormido en el sofá. 

Cloti: ¡Despierta!
Sabrina: Eh...¿Qué pasa?
Cloti: ¡Serás gandula! 


Los gritos la terminaron de despertar. Cloti, la madre de John la miraba furiosa. Su mirada reflejaba el odio que le tenía.

Sabrina: Buenos días...
Cloti: ¿Buenos días? ¡Serás sinvergüenza!
Sabrina: A mi no me grite.
Cloti: Degenerada, ¿para que has vuelto? ¡Vete por dónde has venido!
Sabrina: No me da la gana.
Cloti: Eres una cochina malnacida. No tienes bastante con robarle a mi hijo y serle infiel con un montón de hombres, encima le encasquillas un hijo. Ese no es mi nieto, a mi no me engañas.
Sabrina: He cambiado, señora. No sé que quiere decir con que no es su nieto.
Cloti: Yo no soy tonta. Está claro que ese niño es de otro hombre, no de mi hijo. Ahora pretendes que te pague una manutención y vivir del cuento, ¿verdad? No lo permitiré.


Sabrina: Se equivoca.
Cloti: Desde el primer momento que ti vi supe que eras una fresca.
Sabrina: Y usted una bruja amargada y controladora. Amo a su hijo y si para ello tengo que pasar sobre su cadáver, no tenga la menor duda de que lo haré. No le tengo miedo ni me importa lo que piense. Es mejor que se aparte de mi camino. ¿No lo sabe? Estuve ingresada en un centro de enfermos mentales. Ahora estoy muy loca y soy capaz de todo...
Cloti: ¡Cómo te atreves a amenazarme! Maldita lunática.
Sabrina: Le estoy avisando. Yo no quiero problemas, señora. Amo a su hijo y sí, he cometido errores terribles, pero no le corresponde a usted decidir sobre su vida y su corazón.
Cloti: Te juro que haré todo lo que pueda para que mi hijo abra los ojos. No permitiré que le encasquetes un hijo que a todas luces se ve que no es suyo y le arruines la vida.
Sabrina: Yo también la quiero. Ahora largo de aquí y manténgase alejada de nosotros.


La madre de John bajó y dejó a Sabrina que se levantase. Al bajar, se escondió para escuchar la conversación que mantenía John con su madre y Rose.

Cloti: Que no hijo, que esa clack está loca.
John: Mamá...
Clori: ¿Tengo razón, Rose?
Rose: Sí. Sabrina no está bien. Aunque si John la quiere, no podemos hacer nada, señora Clotilde.
Cloti: ¡Y un pimiento! Yo sí que puedo. Esa loca me acaba de amenazar, hijo mío. ¿Es que no te importa?
John: Mamá, es que tú también la atacas. Ha pasado por un infierno y...
Cloti: ¡Ni infierno ni infierna! Hijo, que te ha robado y encima te fue infiel unas cuantas veces. Sé inteligente y busca otra clack de provecho.


John: Se equivocó y ha sufrido las consecuencias. Necesito reflexionar. La amo pero...
Cloti: Sabes que no te conviene. Además, este niño es precioso pero sabes que no es tu hijo.
John: ¡Es mi hijo!
Rose: No diga eso, señora Clotilde. 
Cloti: ¡Pero si es verdad!


John: Walter es mi hijo.
Cloti: Estuvo con unos cuantos clicks, cariño. No sabes si es tu hijo. Además, ¿no te das cuenta que no se parece en nada a ti? Es rubio, blanco...
John: Me da igual no ser su padre biológico...seré su padre y punto.
Cloti: No me engañas. Te molesta. No es tu hijo y sabes que es fruto de una infidelidad y no del amor. ¿Que diría el padre Ramón de todo esto?
John: Cómo puedes decir eso, mamá. Walter es mi hijo y es todo amor. Quiero que te vayas.
Cloti: ¡Pues muy bien!


Se levantó enfadada y se fue hacia la puerta de la calle. John se quedó sentado con Walter y Rose fue tras ella. Sabrina se escondió para no ser vista.

Rose: ¡Señora Clotilde! No se ponga así, por favor.
Cloti: ¡Me voy! Rose, haz entender al cabezota de mi hijo que se está equivocando.


Cuando Cloti se fue, Sabrina salió de su escondite. Rose al verla fue a saludarle. Nunca había sentido afinidad con ella y no la soportaba, pero no quería empeorar la situación. Hizo un esfuerzo y le sonrió.

Rose: Hola, Sabrina. ¿Estás bien?
Sabrina: Sí, gracias.


Rose: Me alegro por ti. Oye...sabes que no seremos nunca amigas pero tampoco deseo que las cosas te vayan tan mal. Intenta recuperarte e intenta rehacer tu vida. Por lo que más quieras, no le sigas haciendo daño a John. Busca un hotel y no empeores la situación, yo misma te lo pagaré. Deja que John sea feliz. Sabes que contigo nunca lo será y está sufriendo mucho. No sois compatibles.
Sabrina: Agradezco tus palabras y sé que te preocupas por John, pero no tienes razón. Pues claro que somos compatibles. Seremos muy felices y nunca más le haré sufrir.


John seguía distante, aunque sabía que la seguía queriendo. Debía demostrarle que había cambiado, pero no sabía cómo. 

Sabrina: Siento haber disgustado a tu madre...
John: Nunca cambiaréis...
Sabrina: Yo he cambiado, John.


John: Tengo que ir a trabajar. Se hace tarde.Traeré alguna pizza para cenar.
Sabrina: De eso nada. La cena la haré yo.
John: Tú no sabes cocinar...y nunca lo has intentado. 
Sabrina: Pues ahora lo haré. No se hable más, la cena la haré yo. Prepárate, te vas a chupar los dedos. 
John: De acuerdo. Voy a ponerme el uniforme. 


Rose: Sabrina, piensa en lo que te he dicho. Te pagaré la habitación de hotel el tiempo que haga falta. 
Sabrina: Adiós, Rose.


John: Ya estoy. Nos vemos luego. Adiós, Walter.
Sabrina: Dile adiós a papá.
Walter: Uoehuoipchhzz.
John: He soñado tanto con una vida así...contigo y nuestro hijo...
Sabrina: Ahora es una realidad, cariño.
John: Intenta descansar y no hagas esfuerzos.
Sabrina: Que sí, tú vete tranquilo.


Continuará...

1 comentario:

  1. Es una entrada cargada de buenas emociones, pero también de tensión. Por una parte ahora empatizo un poco más con Sabrina, pero por la otra no acabo de fiarme del todo, pues creo que no podrá cambiar nunca su carácter. Ella siempre ha sido una persona envidiosa y retorcida. No sé si las experiencias malas por las que ha pasado han procurado que ahora se desprenda un poco de la maldad que siempre ha demostrado y le hayan permitido ver la vida desde otro punto de vista. No sé si el amor por John en realidad es puro y sincero o es otra de sus obsesiones. Puede que sí haya cambiado, pero no sé por qué no me fío nada. No me gusta tampoco que no sea clara con John. ¿Por qué no le dice que Walter ni siquiera ha sido parido por ella? Si en verdad quiere empezar de cero con él, tendría que decirle la verdad en todos los sentidos y no tratar de engañarlo de ese modo. Es eso lo que me pasa. Como no le ha dicho la verdad con respecto a Walter, no acabo de fiarme de ella. Todavía sigue siendo un poco manipuladora. La empatía que siento por ella es muy efímera y se desvanece enseguida, pero espero que al final todo se aclare, tanto por parte de John como por parte de Sabrina, y que sea capaz de confesarle la verdad sobre Walter. Sinceramente, no quiero que John la acepte en su vida una vez más porque todo al principio puede ser maravilloso, pero tengo mis dudas de que sea así eternamente. Siento una inquietud por John que no me gusta, y es que creo que es demasiado bueno para ella. No quiero que Sabrina lo engatuse una vez más. Además, no entiendo por qué está tan enamorado de ella. No entiendo por qué, siendo tan bueno, se ha enamorado de alguien que no es buena persona, pero el amor es así, no atiende a razones ni a advertencias, ni siquiera cuando alguien querido te las lanza, como es el caso de Cloti. Puedo imaginarme la impotencia que debe sentir al ver que es posible que su hijo caiga en manos de Sabrina otra vez, como cuando sientes impotencia al ver que una amiga tuya se ha enamorado de alguien que no le conviene. En fin, solamente espero que todo acabe solucionándose. ¡Enhorabuena por la historia! Es muy bueno que me haga calentarme la cabeza tanto, ¡logras cosas mágicas! Y las fotos son preciosas. Dan ganas de tomar el sol incluso o de estar en un lugar tan bonito, jajajaja.

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