jueves, 3 de junio de 2021

Celos - Capítulo 14: Demasiado para su corazón

Capítulo 14: Demasiado para su corazón

Sabrina no consiguió dormir nada. Pasó una noche terrible, pensando en todo lo ocurrido. Llamó a Nerea por teléfono varias veces, pero no contestaba. Necesitaba hablar con ella sobre lo ocurrido y la estrategia a seguir para deshacerse de Bruno. John ya se había marchado, así que se levantó para desayunar algo. Encontró a Walter en el sofá de la salita de estar, jugando con la tablet.

Sabrina: Buenos días, Walter. ¿Dónde está tu hermana?

Walter: Está hablando con Leticia en la sala de descanso.

Sabrina las encontró abrazadas. No le gustó nada ver a su hija tan encariñada con Leticia. Aguardó sin ser vista para descubrir de que estaban hablando.

Leticia: Eres un niña muy especial, Anita.

 Anita: Lo sé. Leti, estoy contenta por ti. No entiendo que tú no lo estés.


Leticia: Es que las cosas no son fáciles. Tengo que contárselo a mi madre.
Anita: ¿No se lo has dicho?
Leticia: Todavía no. Temo su reacción. Estar embarazada no es cualquier cosa.
Sabrina: ¿¿Está embarazada??


Anita: Es algo bonito.
Leticia: Sí, pero a mi madre no le hará mucha gracia.
Anita: ¿Quién es el papá de tu bebé?
Leticia: No puedo decírtelo. Lo siento, no debería habértelo contado.
Anita: A mi me encanta que lo hayas hecho. Se lo podemos contar a mis padres a Walter y al abuelo.
Leticia: De momento prefiero que no lo sepan tus padres, sobre todo tu madre.


Sabrina fue hasta Leticia y le dio una bofetada. Luego la agarró del pelo y tiró con todas sus fuerzas.

Sabrina: ¡¡Maldita!! ¡¡Ya has conseguido lo que querías!!
Leticia: ¡Sabrina, por favor! ¡Me haces daño!
Anita: ¡Mamá, déjala! 
Sabrina: Querías atrapar a mi marido y lo has conseguido. ¡¡No te saldrás con la tuya!!
Leticia: ¡No estoy embarazada de tu marido! El padre es otra persona.
Sabrina: ¡Mentirosa! No te vas a salir con la tuya. Pienso ir a contárselo a tu madre, que sepa la clase de hija que tiene. Por supuesto, ese hijo nunca será reconocido por John. Te tocará abortar.
Leticia: ¡Estás loca! No es de John, tienes que creerme. 
Sabrina: Cuando vuelva, quiero que hayas desaparecido de esta casa. Esta despedida, ¿lo entiendes?
Leticia: Está bien, pero no me hagas daño...
Anita: ¡Mamá, por favor!


Sabrina: ¡Ahora mismo voy a contarle a tu madre la clase de hija que tiene!
Leticia: ¡No, por favor! ¡Ella no sabe nada!
Sabrina: ¡Pienso arruinarte la vida!
Anita: ¡Mamá, para!


Sabrina se arregló rápidamente y se fue. Leticia lloró desconsoladamente. Anita, Walter y Faustino intentaron consolarla. No querían que se marchara, pero Leticia estaba decidida.

Walter: Seguro que mi madre no hablaba en serio.
Leticia: Lo siento, pero creo que lo mejor es que me marche. No quiero causaros más problemas.
Faustino: Mi hija está como una cabra. Debería ser ella la que se marchase.
Anita: ¡Abuelo! Leti, espera a que venga papá. Él sabrá solucionarlo, es policía.
John: ¿Qué ocurre?


John acababa de llegar del trabajo. 

Leticia: Me marcho. Sabrina me ha despedido.
John: ¿Cómo?
Leticia: Estoy embarazada y piensa que el niño es tuyo.
John: ¿Eh? Lleva muchos días rara, pero no pensaba que la cosa llegaría a tanto.
Anita: Le ha pegado una torta y le ha tirado del pelo.
John: ¿Eso es verdad?
Leticia: Sí. Como comprenderás, no puedo quedarme. Pase que no me trate bien, pero que llegue a pegarme...
John: Lo siento, no tiene justificación. Comprendo que quieras marcharte, aunque me parta el alma. Justamente hoy, que llevamos mucho tiempo organizando este día. 
Leticia: Ha sido un placer ayudarte. Tú, los niños y Faustino me habéis tratado de maravilla. Os llevo en el corazón. Ahora tengo que irme. Sabrina ha ido a casa de mi tía a decirle a mi madre lo del embarazo. Espero que no lo haga, que se arrepienta.
John: La llamaré por teléfono. Lo siento, Leticia.
Leticia: No es culpa tuya.


Anita: Adiós, Leti.
Walter: Te echaremos de menos...
Faustino: Cuenta conmigo para lo que necesites.
John: Gracias por todo.
Leticia: A vosotros.

Leticia abrió la puerta y se marchó. Necesitaba llegar cuanto antes a casa de su tía e impedir que Sabrina le contase su secreto a su madre.


A Sabrina le llamaron muchas veces por teléfono. Vio que era John, pero estaba enfadada con él. Lo puso en silencio y llamó a la puerta de la tía de Leticia. Lidia tardó un par de minutos en abrir la puerta.

Tía Lidia: No quiero comprar nada. Estoy jubilada.
Sabrina: Perdone, no vengo vendiendo nada. Quiero hablar con Filomena. ¿Está en casa?
Tía Lidia: Ha salido un momento. No tardará.
Sabrina: Soy Sabrina, la jefa de Leticia. Ella trabajaba para mi.


Tía Lidia: ¿Trabajaba?
Sabrina: Sí, es largo de contar. Es por esa razón que vengo a hablar con su hermana. Necesito contarle lo ocurrido con tranquilidad.
Tía Lidia: Con lo buena que es mi sobrina, no entiendo que ha debido ocurrir. Pase, es mejor que la espere dentro.


Se sentaron a la mesa del comedor. Sabrina estaba muy nerviosa. No sabía cómo, pero estaba consiguiendo retener la rabia que hervía en su interior.

Tía Lidia: ¿Quiere tomar algo? 
Sabrina: No, gracias.
Tía Lidia: No despida a mi sobrina. Es buena chica. Quizás un poco inocente, pero eso no es un pecado. 
Sabrina: No es tan inocente como ustedes creen.


Tía Lidia: Conozco bien a mi sobrina. Despierta muchas envidias. Es guapa y eso no siempre es algo bueno.
Sabrina: No siento celos de su sobrina. Me creo mil veces más bella que ella. Tampoco voy robando maridos por ahí.
Tía Lidia: ¿Acusa a Leticia de robarle el marido?
Sabrina: Sí. Hasta que no lo ha conseguido, no ha parado.
Tía Lidia: Miente. 
Sabrina: No miento.
Tía Lidia: Quizás sea su marido el que siga a mi Leticia. ¿No lo ha pensado? Hay que tener muy poca vergüenza para presentarse aquí a decir barbaridades sobre mi sobrina. 


Filomena: Ya estoy aquí. El centro está abarrotado. Sabrina, ¿qué hace usted aquí?
Tía Lidia: Ha venido a decir mentiras sobre Leticia.
Filomena: ¿Mentiras? No entiendo...


Sabrina se levantó de la silla enfurecida y sin poder evitarlo, descargó toda su furia sobre Filomena. Le hablaba a gritos, totalmente enfurecida.

Sabrina: ¡Su hija está embarazada de mi marido!
Filomena: ¡Eso no puede ser verdad!
Tía Lidia: Será mejor que se marche de mi casa.
Sabrina: ¡Ella misma me lo ha confesado! Está embarazada. La muy cochina ha seducido a mi marido y ahora espera un hijo de él.
Filomena: No, eso no puede ser...


Sabrina: ¡Es una maldita depravada! Espero que aborte, y si no lo hace, me aseguraré que ese niño jamás tenga el cariño de su padre. ¿Lo entiende? ¡Menuda educación le han dado a su hija! Quizás sea usted igual que ella.
Tía Lidia: ¡Basta!

Filomena se tocó el pecho con una mano y con la otra se agarró a la pared.

Filomena: No puede ser, mi Leticia no puede estar embarazada de un hombre casado...
Sabrina: ¡Y tanto que lo está! Va de mosquita muerta pero es la peor escoria que he visto nunca. Que sepa que la he despedido fulminantemente. Ah, y no pienso pagarle el mes. ¡Por robamaridos!
Tía Lidia: ¡Quiero que se marche de esta casa!
Filomena: No me encuentro bien, hermana.


Filomena cayó al suelo inconsciente. Sabrina dejó de gritar y miró la escena sin saber muy bien lo que debía hacer.

Sabrina: Menos teatro, señora.
Tía Lidia: Filo, ¡Filo! ¡No respira! ¡Creo que le ha dado un ataque al corazón! ¡¡Filo!!


Sabrina se fue alejando lentamente. Miraba a Filomena en el suelo y su hermana llorando, llamándola sin cesar.

Tía Lidia: ¡Llame a un ambulancia! ¡Filo, contesta!


Sabrina agarró la puerta y se marchó corriendo. A causa del tremendo disgusto que le había causado, Filomena había sufrido un ataque al corazón. Ahora quería llegar a casa y olvidar lo ocurrido. No quería añadir otro muerto más a su conciencia. 


Leticia llegó minutos después. Encontró la puerta abierta y escuchó los gritos de su tía en el comedor.

Leticia: ¿Hola? ¿Tía Lidia?


Al entrar en el comedor, encontró a su madre en el suelo. Su tía había llamado a un ambulancia que ya estaba en camino. Leticia se agachó e intentó reanimar a su madre.

Tía Lidia: Es su corazón, sobrina. ¡Ay no, Filo! ¡No te mueras, hermanita!
Leticia: ¡Mamá! ¡Por favor, mamá! ¡No te mueras! ¡Mamá!


Continuará...


1 comentario:

  1. ¡Y los desastres siguen! ¡Pobre Filomena! Qué rabia me dan esas personas que, antes de escuchar, se hacen sus propias historias y van juzgando sin entender nada. Sabrina llegó demasiado lejos yendo a casa de Lidia acusando así a Leticia. ¡Espero que Filomena no se muera! Aunque, a decir verdad, tampoco sé qué ocurriría si vive, qué haría con la pobre Leticia, que no le pueden salir las cosas peor... ¡Me encantó el capítulo y estoy desando saber qué ocurre!

    ResponderEliminar