viernes, 1 de mayo de 2020

Estado de alarma - Capítulo 07: Agnes, Lúa, Artemisa, PD, Panama 1ª Parte

Estado de alarma

Capítulo 07

Agnes, Lúa, Artemisa, Panama


No podía estar más preocupada. Lúa, trabajaba desde casa con su portátil. Escuchaba una lista de Spotyclick, con canciones clásicas Clackllegas. Le tocaba rellenar varios informes antes de dar por acabada la jornada laboral. Le dolía un poco la cabeza, pero necesitaba terminar para que no se le acumulara el trabajo.  Miraba el reloj cada dos por tres. Agnes había salido a comprar y llevaba demasiado tiempo fuera. Antes, era ella la encargada de hacer la compra, pero su delicado estado de salud lo cambió todo. Padecía una extraña enfermedad del corazón y era preferible quedarse en casa. Escuchaba truenos, se aproximaba una gran tormenta. Miró el tiempo en su móvil y vio que no se equivocaba. Le envió un mensaje de voz para averiguar la razón de su tardanza.

Lúa: Agnes, ¿dónde carallo estás? ¡Estoy muy preocupada! Está a punto de llover y no te has llevado paraguas... 


Le entró una vídeollamada al Skypeclick. Era Silvia, una de las mejores amigas de la pareja.

Lúa: Hola, Silvia.
Silvia: ¿¿Estás escuchando los truenos?? ¡Está a punto de caer una buena!
Lúa: Sí, pero yo ando preocupada por Agnes.
Silvia: ¿Le ocurre algo?
Lúa: Pues que se fue a comprar y todavía no aparece. No se llevó paraguas, así que imagina...
Silvia: No te preocupes, estará bien. Ya sabes que Agnes se entretiene con cualquier cosa. Capaz de estar absorta, contemplando el río Miño.

En ese momento, un trueno hizo retumbar la casa y empezó a llover.


Lúa fue corriendo a la ventana que daba a la calle y la abrió. Estaba lloviendo a cántaros. Iba vestida con un suave pijama de manga corta y el viento fresquito le hizo tiritar. Un aire puro, fresco y un olor intenso a humedad se coló en la casa.

Silvia: ¿Lúa? ¿Dónde andas? ¿Has escuchado el tueno?
Lúa: Perdona, estoy mirando por la ventana. 
Silvia: ¿La ves venir?
Lúa: No. Pobre Agnes, se estará empapando todiña. 


Silvia: Ya sabes que a ella no le disgusta la lluvia.
Lúa: Sí, pero con todo lo que está pasando y cargada con la compra...
Silvia: ¿Has probado a llamarla por teléfono?
Lúa: Sí, pero no responde.


Silvia: Siempre lo diré. Envidio vuestro amor. Es verdadero. Me gustaría tanto que alguien se preocupase así por mi...
Lúa: ¡Pero si luego pasas de los hombres!
Silvia: Sí, pero es que me agobian y me gusta ser independiente.
Lúa: No hay quién te entienda.
Silvia: Soy así de especial.
Lúa: Por eso te quiero tanto.


Silvia: Pues te dejo. Cuando vuelva Agnes, hacemos una vídeollamda las tres.
Lúa: Vale.
Silvia: Y deja de preocuparte. Agnes volverá enseguida. 
Lúa: Vale, intentaré tranquilizarme. Hasta luego, Silvia.


Silvia tenía parte de razón sobre el retraso de Agnes. Se había entretenido mirado el río, paseando por los alrededores, absorta por la soledad de las calles, por su silencio. Era un panorama tan desolador que su alma no era capaz de reaccionar. Paseaba por las calles temiendo encontrarse un trasgo, quizás un mouro o un hombre lobo. Sabía que el enemigo que recorría las calles de su amada ciudad era mucho más pequeño y difícil de ver que esos seres mitológicos. Cuando reaccionó, se había hecho tarde. Fue al supermercado y compró rápidamente todo aquello que necesitaba. Al salir, se puso a llover.


La lluvia caía con fuerza y estaba muy fría. A Agnes no le disgustó en un principio, pero luego pensó en la compra. Había cosas que se podían estropear. Las tapó como pudo y caminó con prisa por las calles. Sus paisanos habían sido precavidos, todos llevaban su paraguas. Pensó en su madre. De haber estado con ella, le habría obligado a llevar paraguas. A pesar del confinamiento, se encontraba con gente en la calle. El miedo se apoderó de ella y hacía todo lo posible por no pasar cerca de nadie.


Duque, el valiente y caballeroso pirata, caminaba en esos momentos por la calle. Era el ex prometido de Lilu, con la que había terminado muy mal.Vio a Agnes caminando, cargada con dos bolsas de la compra que debían pesar mucho y sin paraguas. 


Su primera reacción fue ir a ayudarla. Agnes puso cara de terror cuando lo vio acercarse. Fue entonces cuando el pirata retrocedió.

Duque: Es verdad, no me puedo acercar a nadie...ni siquiera a ayudar a una dama en apuros. 

Se sintió mal, pero supo que lo mejor era alejarse. Si intentaba acercarse, seguramente la asustaría. No por ser pirata, si no por saltarse la distancia de seguridad y el temor a que le contagiase del clickvirus. Agnes suspiró aliviada y siguió caminando. 


Lúa seguía asomada a la ventana. Estaba a punto de ir a por un jersey de abrigo cuando vio a Agnes. Se sobrecogió al verla empapada y tan cargada. 

Lúa: ¡Agnes, por fin!
Agnes: ¡Luíña!


Lúa abrió la puerta y Agnes entró rápidamente. Estaba completamente empapada.

Lúa: ¡Estás empapada! 
Agnes: Me pilló la lluvia desprevenida. Al menos creo que la compra llegó ilesa.
Lúa: Corre, cámbiate de ropa y entra en calor.


Agnes: ¡Dejo la compra en la cocina!
Lúa: No te preocupes, yo me encargo de desinfectar. Ha llamado Silvia. Cuando estés relajada, la llamamos.
Agnes: ¡Vale!


Después de entrar en calor y merendar, contactaron con Silvia mediante Skypeclick.

Silvia: ¡Jajaja! Me imaginaba que algo así habría ocurido.
Agnes: Nunca me había sentido así, Silvia. Las calles tan solitarias y la sensación de que algo nos acecha, un peligro invisible. No he podido evitar pasear por las calles, ver con mis propios ojos lo que está pasando.
Silvia: Sobrecoge. 
Lúa: Pues yo estaba atacada de los nervios.
Silvia: Se preocupa mucho por ti. Eso es que te quiere de verdad.
Agnes: Lo sé, aunque yo la amo todavía más.
Lúa: ¿Y eso? ¡Yo te amo más!
Agnes: De eso nada, Luíña.
Silvia: Lo dejamos en un empate. ¡Jajaja!


Después de hablar con Silvia, se comunicaron con Artemisa. Tenía muy buen aspecto. Estaba en el jardín de la casa de Casandra, su hermana. La relación entre Agnes y Artemisa se había roto, pero no su amistad. Es cierto que pasaron malos momentos, sobretodo Artemisa. Le costó aceptar que Agnes ya no la amaba como antes y fue duro superarlo. 

Artemisa: ¿Tanto está lloviendo?
Agnes: ¡Ni te lo imaginas! 
Lúa: Parece que el cielo se vaya a caer en cualquier momento sobre nosotras.
Artemisa: Aquí luce el sol y ni una nube. 
Agnes: ¿Cómo llevas el confinamiento?
Artemisa: Lo llevo bien. Me dedico a leer mucho. Soy capaz de leerme dos libros por día. También estoy cosiendo y viendo series con mi hermana. Estoy viendo La casa de Playmobil, Juego de clicks y Enlickadas. 


Agnes: Nosotras leemos juntas, componemos y cantamos. También estamos viendo Master click, que a Luíña le encanta y hemos empezado a ver Juego de clciks. Nos gusta pero nos liamos con los nombres.
Artemisa: A principio es difícil quedarse con el nombre de tantas casas.
Casandra: ¡Sorpresa!


Casandra apareció junto a Artemisa.

Agnes: ¡Casandra!
Casandra: ¿Qué tal estáis? ¡Se os ve fenomenal!
Lúa: Estamos bien, gracias. ¿Y tú?
Casandra: Sobrellevándolo. Echo de menos a Gabriel, pero al ser médico prefiere hospedarse en un hotel hasta que todo esto pase. Ya sabéis, para no contagiarnos.
Agnes: Es un héroe. Pronto estaréis juntos.
Casandra: Eso espero. Me preocupo mucho y lo echo de menos. Hablamos todos los días, pero se hace difícil.
Lúa: Ánimo, estamos en la recta final.


Agnes también quería hablar con las Playgirls. Llevaba mucho tiempo sin saber de ellas. Con quién más contacto tenía era con Asunción. A veces se enviaban audios eternos y se ponían al día. Piedad, Asunción y su prima Brígida eran las nuevas Playgirls. Después de la muerte de su hermana Justina, Brígida se convirtió en una más. Llevaban varias semanas encerradas en el crucero en el que trabajaban, Panama. No les dejaban desembarcar en ningún puerto.

Asunción: Hay un caso de clickvirus en el barco y no nos quieren en ningún sitio, Agnes.
Agnes: ¡Eso es inhumano!
Asunción: El Capitán está negociando para que nos dejen bajar, pero hay protestas.
Lúa: ¿Protestas?
Piedad: Hay gente en el puerto que no quieren que desembarquemos. Nos tiran piedras y queman contenedores y ruedas.
Brígida: ¡Es como si el barco fuese el monstruo de Frankestein!
Agnes: Oh, rapazas...Esto es indignante.
Asunción: Hemos preparado un nuevo show. Disponemos de tanto tiempo muerto, que esta situación nos ha inspirado.
Brígida: El show se llama, "Las repudiadas".
Piedad: ¡Vamos a enseñaros en exclusiva la canción que abre el show!


Las tres se pusieron a cantar y bailar sobre la cama. Estaban viviendo una situación triste y complicada, pero se lo tomaban con mucho humor. Agnes y Lúa rieron al escuchar la letra de la canción y la coreografía del baile.


Playgirls: Somos las repudiadas, somos las repudiadas y vivimos apartadas. No por ello más dejadas, ni tampoco olvidadas. La gente es troglodita, no piensa y no medita. A nosotras nos irrita, pero cantamos y se nos quita. ¡Lara la lara la raaaa!


El Capitán Miller intentaba razonar con el gobierno para que les dejase desembarcar. Siempre les decían que era mejor que se quedasen en el barco, pero la gente necesitaba volver a sus casas y tenían necesidades que en el barco no podían cubrir. Una vez más, se les negó atracar en el puerto.


Capitán Miller: ¡Esto es intolerable! Nos apartan como apestados...

Pensaba en su tripulación, en todos los pasajeros que vivían encerrados en sus camarotes. La situación era insostenible. 


Lucía: Leire, ¿quién se hospeda en el camarote 325?
Leire: Se hospeda una pareja. Ximena y Valeria. Una de ellas exige un médico para un tal Agripino.
Lucía: ¿Quién ese ese Agripino?
Leire: Su oso de peluche...
Lucía: Están perdiendo la cabeza...
Leire: ¿Se sabe si podremos desembarcar?
Lucía: No. Ahora mismo le preguntaré al Capitán.


Lucía: Bryan, la gente está empezando a volverse loca. ¿Has podido comunicarte con los negociadores?
Capitán Miller: Sí. Dicen que hacen lo que pueden, pero que de momento no nos permiten desembarcar. Traerán alimentos y todo aquello que necesitemos, pero de aquí no nos dejan bajar.
Lucía: No pueden hacer eso.
Capitán Miller: La ciudadanía está en contra. Siguen las protestas en el puerto y la situación se está volviendo muy violenta.


Lucía: No me lo puedo creer...
Capitán Miller: No quiero volver a fallar a mis pasajeros y a todos vosotros. Lo hice una vez y estoy a punto de volver a hacerlo.
Lucía: Eso no es cierto. Lo que ocurrió no fue culpa tuya, así lo dictaminó la justicia. Esto tampoco tiene nada que ver contigo. Es culpa de la parte más oscura de la humanidad. 


Continuará...

1 comentario:

  1. ¡Me encanta! Sabía que serías fiel a mis personajes (que también son algo tuyo cuando los introduces en tus historias) y también a su historia, pero ¡eres más que fiel con ellas! Me encanta el tinte que le has dado a la historia: Lúa preocupada, Agnes retrasándose por caminar por las calles y observarlo todo (muy bueno cuando dices que temía encontrarse un trasgo, un mouro (aunque suelen aparecer más mouras que mouros, son como hadas) o un hombre lobo, ¡me encanta!) y luego cuando dice Silvia que seguro que estará absorta mirando el Miño jajajajajajaja. Me encanta porque le has dado a Silvia el carácter que tiene, se nota la unión que hay entre las tres y también me encanta cómo hablan todas y cuando aparecen Casandra y Artemisa también me encanta. No me esperaba para nada que enlazases esto con el Panama, ¡qué guay! ¡Y qué graciosas las Playgirls! Por cierto, me he reído mucho con lo de que están viendo Juego de Clicks y que se lían con los nombres, jajajajaja. Creo que eso nos ha pasado a la mayoría que hemos visto esa serie. También me sabe fatal que estén así en el barco. La gente es muy poco humana a veces. Pobrecitos todos. Espero que encuentren algún puerto donde desembarcar. Lo que pueden hacer es hacerles pruebas a los pasajeros y la tripulación del barco para saber si están infectados o no, pero es que las personas a veces son así, directamente, así de malas.
    ¡Me ha gustado muchísimo el capítulo y estoy deseando saber cómo continúa! Muchas gracias por introducir también a Agnes, a Artemisa, a Lúa, a Casandra, a Silvia... Me encanta que también hagas historias con ellas. Tienes totalmente percibida la esencia de cada personaje y también muy asumida la situación de cada una. ¡Gracias!

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